Día 11.– Se publica una ORDEN GENERAL DE OPERACIONES G.G.11 sobre organización del Sector de la División; reorganización del Regimiento de Infantería 269 y reorganización de las Columnas Hipomóviles de Transporte.
Según el Artículo I de esta ORDEN
el Frente defensivo de la División quedará dividido en los siguientes Sectores:
Sector Norte: guarnecido
por el III Batallón Regimiento Infantería 269 y I y II Batallones del
Regimiento Infantería 263.
Mando: Coronel jefe del Regimiento
Infantería 263 D. José Vierna Trápaga.
Sector Sur: guarnecido por
las I, III y II Batallones del Regimiento de Infantería 262.
Mando: Coronel Jefe del Regimiento
de Infantería 262 D. Pedro Pimentel Zayas.
El 22 de junio de 1941 la Wehrmacht cruzó la frontera germano soviética, empezando así la campaña más cruenta y dura de la Segunda Guerra Mundial. Al noroeste, Lituania se convirtió de inmediato en escenario de guerra. Nada más iniciarse el avance de las divisiones germanas, las guerrillas de la LAF iniciaron una guerrilla contra el Ejército Rojo que llegó a movilizar a unos 100 000 combatientes, de los que 4000 perderían la vida. Solo cinco días necesitaron los rusos para abandonar el país, donde los alemanes instalaron una administración militar provisional.
Los pogromos empezaron incluso antes. Tras las tropas
llegaron los Einsatzgruppen, y estos no tardaron en encontrar voluntarios que
les ayudaran a masacrar a la minoría judía del país. Al antisemitismo se unía
el hecho de que los judíos, conocedores de lo que estaba pasando en Alemania,
se habían decantado siempre a favor de la tiranía soviética como mal menor, y
dada la represión que esta había ejercido sobre la población lituana, parecía
que había llegado la hora de la venganza. La cifra de muertos causada por la
primera campaña “espontánea”, en realidad había sido orquestada por los propios
invasores, fue de 6000. A finales de 1941 los ocupantes declararían que el país
estaba “libre de judíos”. La campaña se había cobrado 220 000 vidas.
Día 16.- A las 24 horas del día 15, el enemigo atacó intensamente en el Sector de POSSAD, siendo rechazado. A las 5,00 horas renueva sus ataques con igual resultado infructuoso.
Quedan en nuestro poder 24 prisioneros del 5º Regimiento de “Panzer” y un coche blindado enemigo es puesto fuera de combate.
Modificaciones en el dispositivo: Las 3ª Compañía de Zapadores, 2ª del Regimiento de Infantería 263 y la 7ª del Regimiento de Infantería 262, marchan de SCHWELEWO a OTENSKIJ para reforzar el sector OTENSKIJ-POSSAD.
El recientemente publicado N.º 0 de Cuadernos de Salamina (Ediciones Salamina) nos presenta un estudio muy completo de David M. Glantz de las operaciones tácticas y a nivel operacional de las fuerzas aerotransportadas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Feodosiya, por lo demás desconocida, fue una de ellas.
Aunque el foco de la guerra continuaba fijo en los accesos a Moscú, la oleada de la ofensiva alemana llegó también a las llanuras del sur de Rusia. En octubre, los ejércitos alemanes habían conquistado Ucrania y llegado a la cuenca del Don. El Undécimo Ejército del coronel general E. Manstein entró en Crimea, asedió la base naval soviética de Sebastopol y expulsó a las fuerzas del Ejército Rojo de la península de Kerch, el extremo oriental de Crimea. A primeros de diciembre, mientras Manstein reducía Sebastopol, la Stavka ordenó al Frente Transcaucásico que preparase una operación que persiguiese la recuperación de la península de Kerch, levantase el sitio de Sebastopol y expulsase a Manstein de Crimea.
El 22 de junio de 1941, Alemania desencadenó la Operación Barbarroja, y la Wehrmacht empezó a internarse en la Unión Soviética a una velocidad preocupante. Aunque ahora sabemos que la resistencia del Ejército Rojo fue mucho más correosa de lo que han sostenido las primeras generaciones de historiadores, y hemos podido evaluar hasta qué punto los constantes contraataques sirvieron para desgastar las puntas de lanza Panzer, lo cierto es que la impresión que se tenía entonces de la situación parecía, y era, sumamente preocupante.
Dos acontecimientos se complementaron para que los acontecimientos que se desarrollaban en Rusia enviaran ondas de choque hasta Teherán. Desde un punto de vista puramente militar, la victoria alemana en Smolensko y la aparente, ya la hemos comentado, falta de capacidad del Ejército Rojo para contener a los invasores, avivaron el temor británico a un ataque desde el norte, a través del Cáucaso, hacia las vitales reservas petrolíferas de Irak e Irán. Por otro, más logístico, el envío de suministros y material de guerra a los soviéticos, que se iba a plasmar por medio de los Protocolos de Moscú y la extensión de la Ley de Préstamo y Arriendo, suponía la necesidad de abrir rutas por las que pudieran transitar. Una sería el ártico, hacia Arcángel y Múrmansk, otra la del lejano Oriente, por Vladivostok y el transiberiano, pero la más importante tenía que llegar por el golfo pérsico y los puertos iraquíes e iraníes, a través de la propia Persia.
Panzer Meyer cuenta en sus memorias «Granaderos», como en plena Barbarroja en el eje sur de avance en Ucrania, las tropas de su unidad, en el avance hacia Kiev, se tropezaron con tropas «rusas» que aparentemente no mostraban ganas de luchar. Dice lo siguiente:
Hasta el 7 de julio, rechazamos los ataques de los rusos una y otra vez al norte de Rowno. El enemigo estaba sufriendo fuertes pérdidas, las nuestras eran mínimas. A las 14.00 horas recibimos órdenes de asegurar el flanco de la 11.ª División Panzer y de reconocer hacia el noreste desde Miropol. Al mediodía de la jornada siguiente entablamos combate con poderosas fuerzas enemigas en las áreas boscosas situadas al norte de Romanov. La artillería enemiga hacía fuego de hostigamiento. A través de la actividad de las unidades de reconocimiento y de los desertores enemigos identificamos a un batallón motorizado con varios carros de combate y algunas baterías. Hacia la tarde perdimos un cañón antiaéreo de 20mm por un impacto directo. Los heridos de la dotación fueron evacuados.
Así, unas dos semanas tras la decisión de Adolf Hitler de preparar la invasión de la URSS, el general Marcks finaliza su labor. La principal premisa de su plan, como se indica, sigue el principio de que la conquista de la capital de Stalin asestará un golpe demoledor al RKKA.
Moscú es el más importante centro industrial, de comunicaciones y naturalmente político. Marcks trata este aspecto con el agregado militar alemán en Moscú, el General der Kavallerie Ernst Köstring. Pero este discrepa. Köstring es buen conocedor de la Unión Soviética y habla ruso (de hecho es moscovita de nacimiento). No lo sabe aún pero Hitler será de su misma opinión. Köstring duda de que la captura de Moscú sea la clave de la victoria, por los vastos recursos industriales de Rusia tras los Urales y el carácter de improvisación ruso en situaciones difíciles. En cualquier caso Halder da su bendición a Marcks. También comparte la opinión de que Moscú es el objetivo esencial de la campaña. De hecho a lo largo de toda la operación será férreo defensor de esta premisa.
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