Prometimos en su momento fijarnos de modo concreto en el uso de los cañones del III Flak Korps durante su estancia en Normandía, por lo que vamos a dedicar la presente entrada tanto al fuego antiaéreo de la unidad como a su empleo contra objetivos terrestres que, contrariamente a lo que podría pensarse, no fueron solo los carros de combate.
Por supuesto, sus víctimas fundamentales durante estos meses de 1944 fueron los cazabombarderos y los bimotores aliados, a los que Pickert, el comandante en jefe de la unidad, llama Marauder independientemente de si se trata de B-26 Marauder, B-25 Boston o B-20 Havoc. Dado que estos estaban acostumbrados a dominar tanto el cielo como la tierra, la aparición de nuestro singular Cuerpo de Ejército va a ser una pésima sorpresa para los pilotos aliados, que aunque seguirán siendo una amenaza importante para cualquier vehículo alemán que circule de día, van a tener que volar más alto y atacar con más cuidado, pues las pérdidas en aviones de los primeros días de la batalla a manos de los tubos antiaéreos de esta unidad se elevarán a más de un centenar.