El siguiente texto está sacado de Más allá del deber. Franz Stigler cuenta como en los últimos estadios de la guerra tenía a sus órdenes pilotos novatos con los que debía hacer frente a las enormes formaciones de bombarderos aliados.
Franz se arrodillaba en el ala del Bf 109. Detrás de él, el viento soplaba a través de la ciudad de Graz procedente de las azules montañas nevadas que había al norte. Eran la una de la tarde pero el clima de invierno hacía que pareciese más tarde. Franz se inclinó hacia el piloto novato que se sentaba con las correas abrochadas en el interior del aparato, con su rostro alargado, pálido e inofensivo. «Golpeamos duro, golpeamos primero, y luego nos vamos echando leches de allí», le dijo Franz al piloto, un joven cabo llamado Heinz Mellman. Éste asintió rápidamente, con temor. Ese día sería su primera misión de combate.