Cuando en junio de 1940 Mussolini decidió implicar a su país en la segunda guerra mundial, todas las previsiones eran halagüeñas, incluso demasiado: Alemania estaba a punto de derrotar a Francia, cosa que sucedió unos pocos días después; y el Reino Unido se estaba quedando sin opciones, acorralado en las islas británicas y atrincherado en sus posiciones de ultramar, una de las cuales era Egipto.
Pocos meses después, en septiembre, el Mariscal Graziani, al mando de las fuerzas italianas en Libia, inició la ofensiva contra el protectorado Egipcio; una ofensiva que no fue más allá de Sidi Barrani. Pasarían meses antes de que volviera a haber movimiento a gran escala en el desierto, más concretamente hasta el 9 de diciembre, cuando las fuerzas británicas desencadenaron la Operación Compass, el contragolpe que debía devolver a los italianos a la frontera (y que al final conseguiría echarlos de Cirenaica).