Los fusiles ametralladores tuvieron también una gran presencia en España, antes, durante y después de la guerra. España dispuso de algunos modelos de fabricación nacional mezclados con importaciones extranjeras. Se repite el patrón con otras armas que ya hemos estudiado anteriormente.
Entre esos fusiles ametralladores se encontró el BAR (Browning Automatic Rifle) estadounidense y su variante polaca, el Wz. 28. La II República, siempre necesitada de armas, importó aproximadamente 600 unidades de ambas versiones. De esta cantidad, 100 cayeron en manos rebeldes tras ser capturado el carguero Silvia donde se transportaban junto a otras armas. Aunque su número no se puede comparar a otras armas como la Maxim o la DP-28 soviéticas, es interesante la aparición de este material en la guerra de España.