Según ha contado el as de caza japonés Saburo Sakai, el capitán Kanzo Miura, que mandaba el Ala Aérea de Sakai en Iwo Jima, ordenó a 17 de sus pilotos que llevasen a cabo un ataque suicida contra la flota norteamericana de invasión el 4 de julio de 1944.
Flanqueado por estandartes samurái y eslóganes patrióticos, Miura dio un emocionante discurso a sus hombres, exhortándolos a estrellarse contra los portaaviones norteamericanos. Sakai, aunque aceptaba que estrellarse contra una unidad enemiga era una acción apropiada para un piloto cuyo avión hubiese sufrido daños que le impidiesen volver a su base, encontró el histrionismo de Miura de mal gusto, «una señal de debilidad… recurriendo a artes cercanas a la pura brujería»; sin embargo, recordaría como la mayoría de sus camaradas quedaron imbuidos de ese nuevo espíritu combativo.