Parece que el primer encuentro entre tropas “occidentales”, salvemos las distancias, y los elefantes de guerra, tuvo lugar en el año 326 a.C. En aquel momento, tras haber recorrido todo el oriente conocido y buena parte del desconocido y tras haber derrotado contundentemente el otrora poderosísimo Imperio persa, Alejandro Magno, rey de Macedonia, se hallaba a las puertas de la India. En aquel momento, su oponente era un gobernante poderoso, el rey Poros, con quien trabó batalla junto al río Hidaspes.
Es tentador pensar en la sorpresa que pudieron sufrir los soldados y los oficiales macedonios cuando vieron aparecer, ante ellos, los doscientos elefantes de guerra que desplegaba este rey indio, sin embargo, es poco probable que este arma los pillara desprevenidos, ya que no era en absoluto un secreto, y sin duda Alejandro había hecho todo lo posible para averiguar cómo era el enemigo al que iba a enfrentarse. Según las fuentes, el Ejército macedonio utilizó dos tácticas concretas para enfrentarse a los mastodontes enemigos.