Cuando uno piensa en las marinas de la época de los buques de línea, aquellos de setenta y cuatro, ochenta o más de cien cañones, acaba siempre fijándose en tres países: el Reino Unido por supuesto, y luego las marinas borbónicas de Francia y España. Guerras como la de Sucesión española, la de los Siete Años, la Independencia norteamericana o las Guerras Napoleónicas no se entienden sin ellas. Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII hubo más países que desarrollaron fuerzas navales con grandes buques, aunque mucho menos poderosas. En la presente serie me gustaría fijarme en uno de ellos, la Serenísima República de Venecia, una de las grandes potencias navales del mediterráneo durante la edad media. Es necesario añadir que estas entradas están basadas fundamentalmente en “Les Marines Italiennes”, ponencia de Jean Bérenguer (Université Paris-Sorbonne) para Les marines de la guerre d’Indépendance américaine 1763-1783, una serie de conferencias patrocinadas por la Sociedad de los Cincinnati de Francia, l’Université Paris-Sorbonne y l’École Militaire entre el 8 y el 9 de junio de 2009.
En líneas generales podemos decir que, a diferencia de otras potencias, la Serenísima redujo su marina a lo largo del siglo XVIII, especialmente a partir de 1718, una vez terminada su rivalidad con el Imperio otomano por medio del Tratado de Passarowitz, en el que la república conservó Dalmacia, las islas Jónicas y las ciudades de Préveza y Arta, pero perdió la península de Morea y la isla de Creta. A grandes rasgos, Venecia se convirtió en un Estado marítimo fundamentalmente volcado en el Adriático.