El día anterior el Kaiser había informado al embajador austríaco que nada podía contestar con firmeza hasta haberlo consultado con el Canciller Bethmann-Holweg. Hoy, este recibe en su despacho de BERLIN al embajador Szögyényi y al enviado Hoyos. También está allí con ellos el subsecretario Zimmermann.
Lo primero que llamará la atención del informe sobre esta reunión elaborado por el embajador austríaco es que de noventa líneas solo nueve se refieren al que debería ser el problema más acuciante a tratar: la crisis provocada por el asesinato. Estas nueve líneas dicen: “en lo que se refiere a nuestra relación con Serbia [el canciller] dijo que el punto de vista del gobierno alemán era que debíamos juzgar lo que debía hacerse para solucionar el problema. Que fuera cual fuera nuestra decisión, podíamos confiar en que Alemania, como aliada y amiga, nos respaldaría. En el transcurso posterior de la conversación averigüé que tanto el canciller como su soberano imperial veían una inmediata intervención nuestra contra serbia como la mejor y más radical solución para nuestros problemas en los Balcanes. Desde un punto de vista internacional considera que el momento presente es mejor que cualquier otro”.
BERLIN. Tras las reuniones sostenidas el día anterior, el Kaiser, quien el día 28 había suspendido su participación en la regata de Kiel, se prepara para partir de nuevo al norte, para embarcar en su yate, con el que dará la vuelta a Dinamarca. Está claro que no le preocupa la posibilidad de que estalle una guerra europea.
De hecho, antes de partir se reúne brevemente con el Secretario de Estado para la Marina, al que dice, precisamente, que no cree que haya complicaciones militares pues no cree que el Zar decida ponerse del lado de unos regicidas, y además considera que ni Francia ni Rusia están preparadas para entrar en guerra.
BERLIN MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES. Mientras el Kaiser almorzaba con el embajador Austríaco, el Conde Hoyos lo hacía con Arthur Zimmermann, subsecretario del ministerio, quien será conocido en el futuro por el telegrama que precipitó la entrada en guerra de los Estados Unidos.
En esta reunión, según el informe de Hoyos, ambos acordaron que Alemania apoyaría a Austria contra Serbia, a pesar de que el subsecretario consideró que si la doble corona actuaba contra su enemiga las posibilidades de una guerra europea iban a ser del 90%, es decir, era prácticamente seguro que estallaría. No obstante y con respecto a los dos documentos que habían sido llevados ante el Kaiser, respondió que nada podía decir todavía oficialmente. Es notable la diferente influencia ejercida por Hoyos y Szögyényi, pues mientras el primero solo ha conseguido apoyo contra una Rusia que aún no está preparada, el segundo lo consigue para una guerra que estallará prácticamente con toda seguridad. ¿Es posible, por contrario, que el belicoso Hoyos tergiversara las conclusiones obtenidas con Zimmermann?
Tras esta reunión Zimmermann abandonó el Ministerio de Asuntos Exteriores y marchó a POTSDAM, donde había sido citado por el Kaiser a las 17:00.
Allí se encuentran también el General Plessen, ayudante personal de Guillermo II, el General Lynckner, Jefe de su Gabinete Militar, el Ministro de la Guerra General Falkenhayn y el embajador austríaco. El Kaiser lee la carta del Emperador Francisco José a todos los presentes, que deducen que Austria está lista para entrar en guerra con Serbia, pero quiere asegurarse primero el apoyo de Alemania. Todos acaban concordando en que, dada la situación, cuanto antes actuaran los austríacos mejor, y que los rusos no intervendrían.
Al menos así lo cree, más concretamente, el General Falkenhayn, que no obstante pregunta a su soberano si debe preparar al ejército para una eventual guerra entre las grandes potencias. Este le contesta que no. ¿Se trata de un gesto de confianza hacia su ejército o bien es fruto de una clara intención de localizar el conflicto en los Balcanes?
Por otro lado, no deja de ser curioso que, si tal y como dice el informe de Hoyos Zimmermann y el han llegado a la conclusión de que hay un 90% de posibilidades de que se provoque una guerra europea, esta reunión terminara con tan pacíficas expectativas. Volveremos sobre este punto.
POTSDAM. Tras su entrevista con Hoyos el embajador Szögyényi ha marchado al Neues Palais para entregar los dos documentos al Kaiser, quien los lee rápidamente para luego informarle de que espera una acción seria por parte de Austria contra Serbia; pero que deben tener en cuenta que esto puede provocar “una seria complicación europea”, y que en consecuencia no puede dar una respuesta definitiva a los textos comunicados sin consultarlo primero con el canciller del Reich.
La reunión se interrumpe para el almuerzo y luego se reinicia. “Tras el almuerzo, cuando volvía a hacer hincapié en la seriedad de la situación del modo más enfático, su majestad me dio poderes para trasladar a nuestro supremo soberano que podía contar, también en este caso, con el apoyo total de Alemania. Tal y como había dicho, debía oír la opinión del canciller del Reich, pero no dudaba en absoluto de que Herr von Bethmann Hollweg estaría completamente de acuerdo con su criterio; especialmente en lo referente a las acciones que emprendiéramos contra serbia. Según su punto de vista, sin embargo, esta acción no debía retrasarse. La actitud de Rusia sería hostil en todo caso, pero había estado preparado para esto durante años y si era necesario que estallara una guerra entre Austria-Hungría y Rusia debíamos tener la seguridad de que Alemania estaría de nuestro lado con la habitual fidelidad de los aliados. Rusia, incidentalmente, tal y como estaban las cosas en ese momento, no estaba preparada para la guerra y seguramente se pensaría mucho la llamada a las armas –finalmente, según las notas del embajador austríaco, el Kaiser recalcó que- si estábamos totalmente seguros de la necesidad de ejecutar una acción militar contra serbia, entonces lamentaría que dejáramos escapar el momento presente, que nos era tan ventajoso”.
El embajador Szögyényi se reúne con el enviado Alexander Hoyos, quien le explica cuál es su misión y le hace entrega tanto del Informe Matscheko como de la carta personal del Emperador Francisco José.
Explicado el primero en la entrada de ayer, vamos a centrarnos ahora un poco en el segundo. Se trata, ante todo, de una carta personal, de monarca a monarca, y aunque este texto es un poco más directo, también resulta llamativa por su falta de concreción. Tras indicar que el asesinato no ha sido obra de un solo individuo sino parte de una conspiración bien organizada, y que Austria-Hungría solo estará a salvo tras la neutralización de Serbia como potencia, termina diciendo, es importante recordarlo, que: “Usted también estará convencido de que tras los terribles acontecimientos recientemente ocurridos en Bosnia ya no puede hablarse más de tender puentes mediante la conciliación para acercar las diferencias que nos separan de Serbia, y de que la política de mantenimiento de la paz seguida por todos los monarcas europeos estará en jaque mientras este nido de agitación criminal que es Belgrado siga sin recibir su castigo”. Tampoco aquí se habla pues de guerra.
De hecho, ninguno de los dos documentos cita medidas concretas, ni objetivos, ni solicita oficialmente la ayuda alemana, lo que nos lleva a plantearnos una pregunta muy concreta: ¿Querían realmente la guerra los austríacos?
BERLIN Alexander Hoyos acaba de llegar en el tren nocturno procedente de Viena. En una época en que las comunicaciones secretas, complejas e inmediatas estaban aún a casi cien años de distancia, el enviado tenía una importancia fundamental ya que era él quien debía transmitir los mensajes con claridad, responder a las preguntas, completar los huecos y aclarar (o provocar) los sobreentendidos. La presencia en la capital alemana del belicista Jefe de Gabinete del Ministro de Asuntos Exteriores de Austria-Hungría va a ser pues, como veremos, de una importancia fundamental.
De hecho, la llegada de su persona ha sido perfectamente identificada en los mentideros en torno al gobierno alemán; y mientras en Viena el Embajador Ruso Shebeko se queja a un colega británico de que es injusto que los austríacos acusen a Serbia de haber favorecido la conjura, en Berlín todo el mundo está de acuerdo en que tendrá lugar algún tipo de actuación austríaca, y en que estará plenamente justificada.
VIENA El pasado día 30 el ministro Húngaro Conde István Tisza había resultado ser reacio a aceptar cualquier actuación violenta contra Serbia, sin embargo durante estos últimas días ha llegado a un acuerdo con Berchtold y otros miembros del gobierno de la doble corona. Todo dependerá de lo que diga Alemania, que debe ser consultada primero.
Berchtold va a aprovechar esta circunstancia para ejecutar una jugada maestra. Dos son los documentos que quiere enviar al Kaiser: la carta personal redactada por el Emperador Francisco José y una versión revisada del llamado Informe Matscheko. Este documento, tanto en su versión revisada como en la original, hace primero hincapié en la infidelidad de Rumanía, que se ha estado alineando con Rusia traicionando a Berlín, y en la cada vez mayor agresividad de la alianza franco rusa; para después pasar a referirse a las relaciones con serbia, indicando que los esfuerzos efectuados para tener una buena relación con Serbia por medio de una política de compromisos y buena voluntad han sido infructuosos y en este momento (esto pertenece a la parte revisada) no tienen ya ningún sentido. El texto, que en ningún momento llega a hablar de guerra, menciona la irreconciliabilidad de las relaciones entre ambos países, y acaba con una metáfora poco sutil: Austria-Hungría “debe, ahora, desgarrar con mano resuelta el entramado que sus enemigos están entretejiendo por encima de su cabeza”.
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