El sol acaba de alzarse sobre el puerto de KRONSTADT, mientras el acorazado francés “La France”, olvidado ya el incidente acontecido un tiempo antes, navega en medio del festivo ambiente que ofrecen decenas de barcos, engalanados para dar la bienvenida al Presidente de la República Francesa Raymond Poincaré, a su Primer Ministro René Viviani y el Director Político del Quai d´Orsay, Pierre de Margerie. Podría decirse que, por fin, Francia ha llegado a Rusia.
Entre los muchos barcos que esperan se halla el yate privado del zar, desde el que parte la lancha imperial, para ir a recoger a los dignatarios franceses. “Abandoné el “La France” con la emoción que siempre me embarga cuando, envuelto por el sonido de las salvas de honor disparadas por los cañones, abandono uno de nuestros barcos”.