El 25 de mayo, los navíos de guerra se separaron de sus auxiliares, que quedaron anclados en la boca del río Yang-tse. Ese mismo día por la tarde, el almirante ruso se dirigió a los estrechos de Tsushimam que separaban la isla del mismo nombre de Honshiu, la principal isla de Japón.
El tiempo era malo, con viento fuerte y agua nieve, lo que dificultaba enormemente la visibilidad. Esto beneficiaba a los rusos, que esperaban poder pasar inadvertidos por los buques de exploración enemigos. Mientras los rusos le estuvieron dando la vuelta a medio mundo, Togo tuvo tiempo suficiente para entrenar a sus escuadrones y flotillas, a mejorar la munición, que se había mostrado deficiente en combates anteriores, y para hacer los últimos preparativos. Tenía la ventaja de estar cerca de sus bases y conocía las aguas de la zona como la palma de su mano.