La batalla de Mohács entre los húngaros y los otomanos marcó el comienzo de la dominación turca de Europa suroriental. Matías I (1458 – 1490), uno de los reyes húngaros más célebres, derrotó a los otomanos en 1463. Luego conquistó Silesia y buena parte de Bohemia.
Matías reformó el ejército, que utilizó para mantener el orden en sus dominios y derrotó de nuevo a los turcos en 1479. A continuación, puso sitio a Viena y la tomó en 1485, añadiendo a sus posesiones Austria, Estiria y Carintia. La férrea centralización de poder de Matías fue mal gestionada por sus sucesores y ello llevó a un periodo de declive en Hungría, donde las intrigas de los nobles acabaron por provocar la disolución del ejército.