El campamento Mackall, en Carolina del Norte, era un lugar enorme, una base militar de 25 000 hectáreas de superficie construida en apenas cuatro meses para acoger a una ingente cantidad de tropas. Inaugurado a finales de febrero de 1943, el campamento no tarda en acoger, entre sus primeros residentes permanentes, una delegación proveniente del Cuartel General de las tropas aerotransportadas (situado en Fort Benning, Georgia), encargada de instalar un centro de mando e instrucción.
Los paracaidistas de nuestro batallón, el segundo del 506.º Regimiento, cuyas aventuras hemos podido seguir en Camp Toccoa primero y en Fort Benning después, van a estar en este lugar durante cuatro meses, de abril a julio de 1943. En esta fase el entrenamiento se intensifica de nuevo, y a la vez se hace más específico. Una de las “pruebas” más habituales será llevar a los hombres para que efectúen un salto con el equipo completo, en condiciones de combate, tras el cual siguen tres días de maniobras que simulan una acción tras las líneas enemigas, lo que será su misión cuando partan a la guerra. Además de esto, los hombres serán sometidos a nuevas pruebas físicas, cada vez más duras, para atestiguar su capacidad y sus competencias. Aunque las fuentes parecen indicar que la unidad pasó por estos test con magníficos resultados, es imposible pensar que lo consiguieron todos, y no cabe duda que más de un soldado acabó por marcharse de vuelta a su unidad de origen.