Así cuenta el entonces coronel Goded, jefe de la columna de desembarco de Melilla, como se sucedieron las tres oleadas de desembardo el día 8 de septiembre de 1925: A las once y media del día 8 se había logrado por fin la concentración de todas las barcazas que constituían las dos primeras olas de desembarco de la brigada de Ceuta. La servidumbre impuesta por el mar se había hecho notar al no permitir ejecutar el desembarco al rayar el día, como el Mando había previsto.
Pero éste no desistió, pese a la hora extremadamente avanzada, de hacer la operación. A las once y cuarenta, las barcazas en las dos líneas que constituían la primera y segunda oleada, respectivamente, formadas por las columnas de los coroneles Franco y Martín, emprendieron la marcha remolcadas por los «Uads» y embarcaciones más pequeñas. A unos mil metros de la costa, los remolcadores soltaron a las barcazas «K», que transportaban las unidades de la columna Franco, las cuales, por sus propios medios, con los hombres bajo la cubierta blindada, hicieron rumbo a la playa de Ixdain bajo un fuego poco intenso de cañones, ametralladoras y fusilería enemiga.
Los buques de guerra, situados a más de dos millas, iniciaron un bombardeo violento, constituyendo una cortina de fuego que cortaba el istmo de Morro Nuevo, para evitar la llegada de refuerzos enemigos, y cañoneando las posiciones y guardias de la costa. A esta acción colaboró eficazmente la aviación. Vararon a las doce en punto las «K» más adelantadas, quedando como a unos cincuenta metros de la orilla y más de uno de profundidad, siendo inmediatamente lanzadas las planchas de desembarco, por las que las fuerzas, sin la menor vacilación, con el agua al pecho y el armamento en alto, pusieron pie en tierra, donde con extraordinaria rapidez se reorganizaron, y al toque de ataque, ordenado por el coronel Franco, emprendieron rapidísimo avance, en el que las harcas marchaban por el frente y flanco derecho del arenal, en tanto que las banderas del Tercio se dirigían, por la izquierda de la playa, a ocupar las alturas que dominan inmediatamente las de Cebadilla y los Frailes, aumentándose así el frente previsto como consecuencia del desplazamiento hacia el Noroeste con que las barcazas habían abordado la playa de Ixdain por efecto de la corriente.
En este primer asalto se le habían cogido al enemigo un cañón por parte de los indígenas de las harcas Tetuán – Larache, y dos ametralladoras, numerosos cartuchos y varios muertos por el Tercio, descubriéndose un campo de minas situado en la playa de Cebadilla que, por fortuna, fue evitado por haberse efectuado el desembarco más al Noroeste del lugar previsto. Las fuerzas de la Mehalla de Larache, detenidas en los primeros momentos por el prematuro embarrancamiento de las barcazas, habían saltado ya a tierra y se establecieron a la izquierda de las dos harcas, prosiguiendo el Tercio el movimiento de avance sobre la Punta de los Frailes y sus Morros rocosos, entrando en su reducto y dando muerte a los defensores, tras lo cual, con la posesión de Morro Nuevo y su batería, cayeron en nuestro poder otras tres piezas de artillería y numerosas municiones.
Terminado el desembarco de todas las unidades que componían la columna de vanguardia de Ceuta con el de la batería de siete centímetros, se constituyó una reserva eventual con el batallón de África núm. 3, a excepción de una compañía que reforzó el flanco derecho de la harca y otra que en la playa quedó vigilando el material. Entretanto, los dos tabores de Regulares de la columna del coronel Martín, seguidos del resto de las fuerzas que constituían la segunda oleada de desembarco, estaban ya en tierra, a las trece horas, relevando a los de la harca en el flanco derecho y ocupando los espolones terminales de Malmusí que van al mar, para cubrir por el Oeste la playa de Cebadilla.
Situada en este frente la segunda batería de montaña, que a su vez se reforzó con las ametralladoras y morteros del batallón de África núm. 5, el resto de las tropas no embebidas en la línea de fuego quedaron concentradas y en reserva. Los trabajos de fortificación habían dado comienzo inmediatamente después de ocupar el frente. En cuanto a la tercera oleada, al mando del teniente coronel Campíns, no comenzó a desembarcar hasta bien entrada la noche, toda vez que su presencia en tierra no era indispensable y antes convenía proceder a la descarga de todo el material de las barcazas, operación en la que se empleó toda la jornada por las malas condiciones de la playa y la distancia a que habían varado aquéllas.
Las unidades de Campíns, salvo el tabor de Regulares y el batallón de África núm. 8, que reforzaron los flancos derecho e izquierdo, respectivamente, del frente, a medida que desembarcaban se constituyeron en reserva.
El enemigo, no obstante la presencia de los barcos frente a Morro Nuevo desde el día 7, había sido totalmente sorprendido en su incredulidad y soberbia al no creer que los españoles osarían desembarcar, dados los elementos y baterías que Abd-el-Krim había acumulado en aquel frente.
Sólo las guardias de las baterías y reducidos contingentes que acudieron desde Axdir trataron de oponerse al desembarco, y fueron aniquilados rápidamente por el empuje y maestría con que se efectuó dicho desembarco por las fuerzas del coronel Franco. No obstante, la jornada fue extraordinariamente dura, no por las bajas sufridas, que no llegaron al centenar, entre ellas sólo un oficial, el valiente teniente Menor, de la harca, sino por el esfuerzo exigido a las tropas hasta ocupar, consolidar y fortificar la posición.
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