Las victorias de las Fuerzas de Defensa de Israel sobre el ejército egipcio en 1956 y, especialmente, en 1967 se lograron principalmente gracias a las unidades blindadas de maniobra rápida, que habían roto las líneas defensivas egipcias, disfrutando de un amplio apoyo aéreo cercano.
Por ello, después de la guerra de 1967, la reestructuración de fuerzas de las FDI se centró en el fortalecimiento de sus cuerpos blindados y su fuerza aérea. La doctrina israelí establecía que la detención de un asalto árabe debía ser realizada por las fuerzas blindadas regulares, con la fuerza aérea desempeñándose como artillería volante, seguida inmediatamente por un contraataque, con la ayuda de las fuerzas de reserva.
Así, el número de brigadas acorazadas pasó de nueve a 16, mientras que la infantería y la artillería no experimentaron un aumento similar de sus efectivos. La experiencia de las guerras anteriores había demostrado que las guerras podían decidirse únicamente con las fuerzas acorazadas y que la infantería enemiga no podía resistir la embestida de las unidades de maniobra de las FDI. La doctrina israelí también estipulaba que el arma más eficaz contra las fuerzas blindadas árabes era el poderío de las fuerzas acorazadas israelíes, y que solo una fuerza acorazada de maniobra podía romper las líneas defensivas enemigas.
Aunque el ejército egipcio empleó ATGM en 1967, no causaron daños significativos al blindaje israelí. Las FDI también adquirieron ATGM, aunque el éxito de los carros en el combate en los enfrentamientos con elementos contracarro hizo que el uso de ATGM pareciese superfluo. En los conflictos militares de entreguerras, los misiles contracarro egipcios o sirios no lograron causar daños significativos a los carros israelíes, que habían sido armados con morteros para atacar a los elementos contracarro. En resumen: todas las soluciones adoptadas por las FDI se desarrollaron en el contexto de las fuerzas acorazadas y no incluyeron ninguna reflexión en términos de fuerzas combinadas, en las que las unidades de carros de combate se utilizasen como fuerza de ataque acompañadas de infantería para defender sus flancos contra los elementos cazacarros enemigos.
Por todas estas razones, las FDI no adquirieron nuevos ATGM para la infantería. También se descuidó la capacidad de combate de las fuerzas mecanizadas. En consecuencia, justo antes de la Guerra del Yom Kippur, este proceso de estructuración de fuerzas creó una situación en la que las divisiones de maniobra de las FDI se basaban únicamente en brigadas de carros, en lugar de una combinación de fuerzas equilibrada que incluyese también infantería mecanizada y artillería.
La importancia de las fuerzas acorazadas en el ejército israelí también queda demostrada por el hecho de que el cuerpo acorazado se convirtió en la principal vía de promoción en el escalafón, de modo que los oficiales que aspiraban a ascender a los empleos superiores tenían que «aprender el oficio» de comandar unidades acorazadas. Aunque algunos artículos, publicados en los años anteriores a la guerra, habían advertido contra la excesiva dependencia del carro de combate, no consiguieron reavivar un debate sobre la doctrina acorazada en las FDI.
La ofensiva egipcia tomó por sorpresa a las fuerzas de las FDI en el Sinaí, y la «niebla de la guerra» impidió la activación del plan de guerra, que se basaba en un rápido movimiento de las brigadas blindadas de la 252.ª División Acorazada (División Sinaí) hacia los puestos preparados a lo largo del Canal. En realidad, el movimiento hacia el Canal fue ejecutado por pequeñas formaciones carentes de apoyo artillero o aéreo, que fueron repelidas por unidades de infantería egipcias armadas con una variedad de armas contracarro, así como por un eficaz fuego de artillería.
Durante los dos primeros días de la guerra, la 252.ª División Acorazada de las FDI perdió alrededor de un tercio de sus carros de combate, mientras que los egipcios lograron mover fuerzas adicionales y consolidar un sólido punto de apoyo en la orilla oriental del Canal. Es importante señalar que durante los tres primeros días de la guerra no hubo suficientes baterías de artillería ni unidades de infantería en el Sinaí porque, en el proceso de movilización, las unidades de carros de combate tenían prioridad sobre otras unidades de combate en el traslado al frente.