A partir de 1850 una serie de inventores, particularmente norteamericanos, quedaron fascinados por la posibilidad de acelerar el proceso de carga y disparo por medios mecánicos.
Requa, obsérvense las palancas que accionaban el disparo
En los días en que las armas se cargaban por la boca del cañón, las batallas las ganaba la infantería que podía cargar y disparar con mayor rapidez que sus oponentes. Los sistemas de retrocarga y los cartuchos de casquillos metálicos pusieron de nuevo el énfasis en una mayor rapidez en el proceso de carga y los inventores comenzaron a soñar con máquinas que pudieran tener la potencia de fuego de toda una sección, o incluso una compañía, de infantería.
Un arma que disparaba una salva con 25 cañones diseñada y fabricada por el inventor norteamericano Dr. Joseph Requa, mostraba un parecido más cercano a un ribadoquín o cañón de órgano del siglo XIV. Los cartuchos de metal, con un agujero en la base se colocaban en cargadores listos para ser cargados.
La recámara era cerrada por una palanca y un hilo de pólvora llegaba por un conducto hasta la parte trasera de la misma. Cuando se prendía la pólvora con un martillo percutor todos los cañones disparaban de forma simultánea.
Un equipo de tres hombres podía disparar siete descargas por minuto, pero el cañón de Requa era un torpe sustituto de la capacidad de apuntar el tiro que tenían los soldados de infantería, así que fue empleado principalmente en la defensa de puentes, donde el enemigo debía llegar agolpado en un espacio muy estrecho.
Mitrailleuse el ejército francés expuesta en el mueso de Los Inválidos
Una idea similar había sido desarrollada por una compañía belga de Montigny en la década de 1850. Napoleón III se convenció al verla de que habían encontrado el «arma secreta» que emplear contra los prusianos, de modo que ordenó fabricar un diseño mejorado en el mayor de los secretos que empezó a ser distribuido en el ejército francés a partir de 1869, un año antes del comienzo de la Guerra Franco-Prusiana.
Esta cannon-à-balles o mitrailleuse (metrallera) tenía veinticinco cañones dispuestos en un tubo de hierro. Los cartuchos eran llevados en cajas de veinticinco y cargados en la recámara mediante una placa de acero perforada con orificios que correspondían a las cinco filas de cinco cañones cada una. Una palanca cerraba la recámara y la opresión de un tirador operaba una serie de percutores diseñados para efectuar un fuego lento o rápido.
Con cargadores experimentados, esta arma era capaz de dar 300 disparos por minuto. La mitrailleuse iba montada en una cureña y guardaba un gran parecido con una pieza de artillería de campaña. Los franceses cometieron un gran error al considerarla una pieza de artillería en lugar de un fusil torpe y pesado de cañón múltiple.
También hubo otros modelos con la Gatling y la Gardner, pero esos los veremos el próximo día.
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