Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXX). Las Ohka en Okinawa (I)

La invasión aliada de Okinawa comenzó el 1 de abril de 1945, día en que se llevó a cabo la segunda misión Ohka. Tres bombarderos Betty y tres Zeros kamikaze despegaron de Kanoya por la tarde, con la pretensión de atacar a la flota de invasión después de anochecido y disminuir así las probabilidades de ser interceptados.

USS Mannert L Abele

Aproximándose a la flota de desembarco desde el norte, los Betty lograron evitar las patrullas aéreas y lanzar sus misiles tripulados. Una de las Ohkas picó e impactó contra una de las torretas de cañones de 406 mm del acorazado USS West Virginia, causando daños considerables y varias bajas. Las Ohka restantes y los Zeros kamikaze lograron dañar al transporte de tropas Alpine (16 muertos y 27 heridos) y a los cargueros Achernar y Tyrrel.

En total hubo unas 300 Ohka disponibles entre abril y junio de 1945 para ataques contra la flota norteamericana desplegada frente a Okinawa. Según los archivos japoneses, solo hubo 74 en orden de combate, de las que 56 lograron impactos o fueron derribadas con sus aviones nodriza. Para los japoneses resultaba muy difícil calibrar con precisión el efecto de las Ohka, ya que los aviones de escolta que se aproximaban demasiado a la flota norteamericana para presenciar los resultados no lograban regresar por lo general a la base.

Los Aliados apodaron a este misil tripulado bomba Baka (que significa “idiota” o “tonta”), algo no muy apropiado a sus características que la hacían prácticamente imparable si los aviones nodriza tenían la oportunidad de lanzarlas. Esto provocaba, a su vez, un efecto adverso desproporcionado en la moral de las tripulaciones aliadas respecto de los daños que causaban.

Aparte de intensificar sus ataques sobre los aeródromos de Kyushu, desde donde operaban contra Okinawa, la única defensa segura de los Aliados contra las Ohka era interceptar a los aviones nodriza antes de que éstas fuesen lanzadas. El 12 de abril de 1945, en el transcurso de segundo ataque en masa de la Operación Kikusui, el cordón de piquetes de radar de la flota norteamericana fue objetivo de las Ohka.

Ocho Betty nodriza despegaron de Kanoya, escoltados por Zeroz kamikaze y convencionales. En el trayecto hacia el área del objetivo, la fuerza se dividió para una aproximación desde diferentes direcciones y disminuir así la probabilidad de que la interceptación frustrase la totalidad de la misión. Al menos 4 Betty llegaron al perímetro defensivo aliado, donde se hallaban en posición los destructores que hacían de piquetes de radar.

En esta misión se produjo un ejemplo famoso de la sangre fría de los pilotos de Ohka fue el comportamiento en esta misión del teniente Saburo Doi, cuyo avión nodriza fue el único de los participantes que logró regresar a Kanoya. Lo último que hizo Doi antes de subir a bordo de su Betty fue preguntar por una provisión de ropa de cama de los espartanos barracones de la Jinrai Butai. Una vez a bordo del aparato, se tumbó en una colchoneta improvisada y tras pedir que lo despertasen 30 minutos antes de llegar al área del blanco, se durmió. Llegado el momento, lo despertaron y comentó lo rápido que había pasado el tiempo, estrechó la mano a los tripulantes, penetró en la cabina de su Ohka y fue lanzado del Betty a lo que se calculó que era una distancia y altitud ideales: 18 kilómetros y 6.000 metros).

El teniente Doi fue acreditado por los japoneses con un impacto directo en un acorzado, pero aunque el USS Tennessee y el USS Idaho habían sido dañados por ataques suicidas ese mismo día, los registros norteamericanos los atribuyen a impactos de aviones kamikaze. De lo que no existe duda es de la suerte que corrió el destructor USS Mannert L. Abele del capitán de corbeta Parker. Ocupaba el piquete de radar 14 a unos 130 kilómetros al noroeste de Okinawa, junto con dos lanchas de desembarco lanzacohetes. El Abele se vio atacado por los kamikaze a las 14.40 horas. Tres Zeros picaron sobre el destructor desde diferentes direcciones: uno impactó en el costado de estribor y penetró en la sala de máquinas de popa antes de que estallase la bomba que llevaba en la panza. Como consecuencia de la explosión se rompieron los ejes de las hélices, lo que dejó al destructor inmóvil en el agua.

Lancha LSM(R)-188 gemela de las 189 y 190

Un minuto más tarde, el destructor era un pato de feria para una Ohka que venía picando a una velocidad vertiginosa. En pocos segundos, el destructor volvió a recibir un fuerte impacto en su costado de estribor. La Ohka, al igual que el Zero, penetró la superestructura y estalló en el interior del destructor. El Abele se partió por la mitad como consecuencia de la explosión y se hundió en tres minutos. Murieron 79 tripulantes y otros 35 resultaron heridos. La tragedia hubiese sido aún mayor si las dos lanchas, LSM(R)-189 y LSM(R)-190 no se hubiesen acercado de inmediato al lugar del hundimiento a rescatar supervivientes. Durante la maniobra lograron derribar a dos Zeros que bombardeaban y ametrallaban a los hombres en el agua. Durante los trabajos de rescate, otro Zero se estrelló contra la LSM(R)-189 hiriendo a cuatro de sus tripulantes.

En ayuda del Abele había acudido también el destructor barreminas USS Jeffers, del piquete de radar 12.  A las 14.35 horas, el Jeffers tuvo que hacer frente a un Betty que se aproximó y lanzó otra Ohka a corta distancia. Por un momento se creyó que el fuego antiaéreo del destructor había dañado a la bomba tripulada, que se estrelló en el mar a unos 50 metros del barco. Aún así, el estallido de la Ohka provocó daños suficientes en el destructor como para tener que retirarse a la base de Kerama Retto a efectuar reparaciones.

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