Según el modelo de avión, los pilotos kamikaze tenían varios métodos de ataque recogidos en manuales de ataque entregados por las fuerzas aéreas del Ejército y de la Marina.
A primera vista, el método de ataque en altura recomendado a los pilotos kamikaze parecía ser el modo más simple y potencialmente destructivo. Consistía en una aproximación al blanco a unos 6.000 metros de altura y picar en un ángulo suave desde el punto de avistamiento, que podía estar hasta unos 16 kilómetros de distancia, hasta situarse en la vertical del blanco, punto en el que se efectuaba un picado casi vertical desde una altura de entre 1.500 y 1.800 metros.
En ese punto, la artillería antiaérea pesada dirigida por radar estaba «ciega» y el navío de guerra en cuestión disponía de poco tiempo para llevara cabo una acción evasiva, mientras que la enorme velocidad terminal alcanzada maximizaba los daños del impacto.
Sin embargo, muchos pilotos kamikaze carecían de la pericia para mantener alineado el avión con su blanco en un picado a toda potencia a la vez que efectuaba las correcciones y cálculos necesarios en función del viento y de las maniobras del buque. Los pilotos experimentados, cuando pilotaban aviones que no estaban diseñados propiamente para el bombardeo en picado, bajaban en ocasiones el tren de aterrizaje para que actuase como aerofrenos de picado. (El «Val» tenía un tren de aterrizaje fijo con lo que numerosos avistamientos durante los ataques fueron confundidos con Zeros con el tren desplegado).
En Iwo Jima y Okinawa fueron mucho más habituales los ataque a baja cota. Un manual de la fuerza del aérea del ejército para los kamikaze, repartido en febrero de 1945, incluía diagramas y tablas mostrando las altitudes, los ángulos de picado y velocidades recomendados para los ataques realizados por hasta diez tipos de aparatos, que oscilaban entre los rápidos bimotores «Dinah» al entrenador biplano Tachikawa Ki-9 «Spruce».
La aproximación al blanco debía hacerse a gran altitud, pero en un radio de unos 8 kilómetros del objetivo, el kamikaze debía descender hasta los 45-110 metros para realizar un ataque a alta velocidad, ascendiendo hasta los 450 metros antes de llevar a cabo el picado final. Otro modo consistía en mantener el avión nivelado a baja cota y a todo gas buscando una colisión horizontal.
El más simple de los métodos recomendados era un picado en ángulo ligero desde los 1.500 metros de altitud.
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