A los kamikazes se les recomendaba que obtuviesen una visual de sus blancos desde una altitud de más de 6.100 metros.
Estando ya a más de 8 km del blanco, un grupo kamikaze debía dispersarse para que los aviones pudiesen realizar sus ataques desde tantas direcciones, niveles y ángulos como fuese posible –de nuevo para presentar la máxima dificultad para las defensas antiaéreas. Los blancos se elegían por orden de preferencia: portaaviones, acorazados, cruceros y transportes; de hecho, los kamikaze mostraban una tendencia a concentrarse en torno al buque más grande de cualquier formación. También hacían otro tanto sobre el primer navío dañado.
El piloto kamikaze tenía instrucciones de apuntar sobre la parte central de la cubierta de vuelo, junto a la torre de control, de un portaaviones, o en la base del puente de otros barcos.
Al comienzo del picado final, el piloto kamikaze debía armar su bomba tirando de una palanca en su cabina que liberaba el detonador. A juzgar por los informes estadounidenses de bombas que no habían estallado, este procedimiento era olvidado en algunas ocasiones por los pilotos que se enfrentaban a los últimos minutos de sus vidas.
La carga de bombas de los aviones kamikaze variaba desde los 800 kilos de los “Lily” de la Armada, hasta las de 250 kilos del Zero (o los 500 kilos del A6M), o los 50 kilos del biplano entrenador Kyushu K9W1/ki-86 “Cypress”. Ocasionalmente, dependiendo del avión o de la disponibilidad de explosivos, se empleaban torpedos o incluso de proyectiles de artillería pesada en lugar de bombas. En los Ki-48 II KAI (“Lily”) y los Ki-67-I KAI (“Peggy”) se podían llevar cargas internas de explosivos (de hasta 2.900 kilos en el caso de este último) para que detonasen con el impacto mediante un tubo largo montado en el morro del avión.
La mayoría de los aviones estándar de la Armada Imperial y del Ejército Imperial fueron empleados de un modo u otro en los ataques kamikaze, pero debe ponerse de manifiesto que aunque es generalmente aceptado que el Zero era el modelo de kamikaze más común, una publicación de la Marina estadounidense de mayo de 1945 estimaba que el bombardero en picado Aichi D3A “Val” era el más frecuente en el papel de ataque suicida.
En los primeros ataques, los kamikaze se estrellaron habitualmente con sus bombas todavía fijadas a los aviones. Posteriormente, cuando los aviones fueron equipados con aparatos de sujeción más evolucionados que permitían un lanzamiento más eficiente, los pilotos japoneses comenzaron a liberar las bombas momentos antes del impacto (siempre que el modelo de avión lo permitiese). Hay informes aliados que hablan de pilotos que trataron de saltar en paracaídas de su aviones durante el picado después de lanzar las bombas, pero no hay pruebas de que ninguno sobreviviese.
Viene de Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (XII). Métodos de ataque