Nada más producirse el desembarco aliado, el III Flak Korps es una de las primera unidades que reciben órdenes –en la tarde del 6 de junio- de dirigirse a Normandía, poniéndose en marcha de inmediato. Su primer objetivo es París, el segundo la región al oeste de Falaise, desde donde apoyará la defensa de Caen, una región crucial para los alemanes, ya que una ruptura del frente en dicho sector podría resultar catastrófica.
La primera parte de la ruta es relativamente fácil, y la vanguardia del cuerpo llega a la capital francesa al anochecer del día 6. Descansarán un poco mientras los vehículos son suministrados con combustible, y al alba vuelven a partir. Primero hacia Versalles y luego en dirección norte, directos hacia el oeste de Falaise, donde toda la unidad tiene que concentrarse, incluyendo el 1 Flak-Sturm-Regiment, que ya se hallaba destacado en la región. Tras reunirse con sus jefes de regimiento en Dreux, y dejando a sus hombres proseguir la marcha, Pickert se adelanta hasta el cuartel general de Geyr von Schweppenburg, jefe del Panzergruppe West, quien será su superior táctico, encontrándose por el camino, en la localidad de Vimoutiers, con el propio Rommel, quien le ordena apresurar su avance.
Sin embargo, la progresión del Cuerpo de Flak se enfrenta, a partir de París, a las graves dificultades provocadas por la fuerza aérea aliada, en dos sentidos: en primer lugar, operacionalmente, porque esta está tratando de sellar el campo de batalla normando por medio de la destrucción de puentes, carreteras y poblaciones, cortando las vías de acceso y obligando a los hombres de la Luftwaffe a buscar itinerarios alternativos en un territorio que desconoce; y en segundo lugar a nivel táctico, porque los cazabombarderos aliados son omnipresentes y como se le ha ordenado llegar lo antes posible, Pickert se ve en la necesidad de ordenar que sus tropas se desplacen de día, lo que las hace vulnerables, aunque no tanto. Al atardecer del día 8, ya instalado en sus posiciones cerca de Caen, el III Flak-Korps habrá perdido 100 muertos y 200 heridos, así como un centenar de vehículos, pero también habrá derribado 35 aviones aliados.
Será una vez instalados en sus posiciones cuando los artilleros antiaéreos tengan que sufrir todos los inconvenientes de su extraña posición en las cadenas de mando, pues si tácticamente están bajo la responsabilidad del Panzergruppe West primero y del I SS Panzer Korps después, organizativamente dependen del Luftflottenkommando 3 de París. Un ejemplo de estas dificultades es que mientras el ejército debe suministrar la comida, el carburante y las municiones de “infantería” y demás equipo para el combate en tierra; la Luftwaffe se encarga de reabastecerlo de munición antiaérea, equipo, vehículos y material de comunicaciones.
Llegados a este punto, es interesante indicar cuál fue la misión del cuerpo. El propio Pickert nos lo explica:
“1. Apoyar al ejército en el sector del Panzergruppe West, rápidamente redenominado 5 panzer Armee, contra los ataques aéreos y terrestres en los sectores cercanos al frente, concentrando sus esfuerzos contra la aviación aliada. Principio fundamental: concentración de fuerzas, no se empleará la Flak en unidades menores al regimiento. El ejército exige este elevado nivel de concentración de fuego.
2. Empleo contra la aviación aliada para proteger las vías de comunicación del ejército desde el frente hasta la línea imaginaria que va de Falaise a Le-Beny-Bocage (especialmente contra los cazabombarderos). Más allá de esta línea, esta misión quedará bajo la responsabilidad de las unidades del Luftgau, que están llegando poco a poco. El esfuerzo fundamental deberá concentrarse en las rutas que designe el ejército”.
Como se puede ver y a diferencia de lo que podría uno pensar, los “88” no van a ser utilizados como piezas anticarro, sino antiaéreas, aunque también habrá otro modo de emplearlos, que comentaremos más adelante.