Seguimos hoy con el testimonio de Brian Fahey, artillero de la 208.ª Batería del 52.º Regimiento contracarro de la Artillería Real, que había sido herido y capturado por los alemanes y llevado a un granero cerca de Wormhout, de donde fue sacado, junto con una tanda de cinco hombres para recibir un tiro por la espalda y dado por muerto. La forma en que escapó merece sin duda la pena.
“Cuando recuperé el sentido, todo estaba en calma en el granero, y podía notar un burbujeo en el pulmón que me decía que no estaba muerto. El dolor de mi pierna, en la que había sido herido anteriormente, me dolía mucho más. Empecé a buscar mis gafas. En aquel momento me hallaba a unos 18 metros del granero, mi chaqueta y mi camisa estaban empapadas de sangre y solo me veía capaz de mover mi hombro izquierdo y mi tobillo derecho. Me arrastré de nuevo hasta el granero, donde había más hombres, la mayoría muertos y, otros, moribundos. Me dijeron que después de que los alemanes se marcharan algunos habían ido en busca de ayuda, pero no había vuelto nadie.
Me quedé allí tumbado, con la cabeza sobre el cuerpo de otra persona, y hablamos. Lo que más queríamos era algo que apagara nuestra sed, pero no había ni agua ni comida. Era el atardecer del martes 28 de mayo, y nos quedamos en aquel lugar todo el miércoles y el jueves. Tenía conmigo un paquete de cigarrillos, que pasé a los demás, ya que el estado de mis pulmones no me permitía fumar. Creo que debí perder la consciencia en algunas ocasiones, y sufrir delirios en otras, porque el tiempo pasó muy deprisa. Creo que todos queríamos morir de una vez. Recé porque sucediera, porque me encontraba muy mal. Una de las cosas que nunca olvidaré es un tipo que estaba sentado contra la pared del granero. Había encontrado un peine con balas en su bolsillo y sujetaba una de ellas contra su cabeza, tratando de dispararla golpeándola con otra.
El viernes por la mañana éramos seis los que quedábamos con vida en el granero. Oímos algo de movimiento, eran soldados alemanes. ‘Bien, esto es todo –pensamos–. En ese momento no caí en que en la guerra había reglas y que aquellos eran soldados regulares de la Wehrmacht, y no pertenecían al regimiento de las SS que nos había capturado [como bien ha adelantado Dani en la entrada anterior, se refiere al Leibstandarte SS Adolf Hitler]. Se acercaron y hablaron con nosotros, pero no podíamos entenderlos, hasta que uno de ellos hablo un poco en francés y yo recordé lo que había aprendido en la escuela, así pudimos conversar. Pensaba que habíamos llevado una resistencia a ultranza en aquel granero y me preguntó por qué no había armas ni cascos. Yo le conté lo que había pasado y se quedó de piedra. ‘Fuisteis capturados por las SS –me dijo–, que no hace prisioneros’ [rompamos aquí una lanza, aunque corta, por dicho cuerpo, los SS si hicieron prisioneros en la campaña de Francia].
De toda la experiencia, lo peor fue la sed. Durante mucho tiempo, incluso terminada la guerra, temí no ser capaz de saciarla, pero ya he conseguido superarlo y tampoco siento ningún rencor hacia el pueblo alemán. Sepa que no creo que todos los alemanes fueran malvados o retorcidos, igual que dudo que todos los británicos sean buenos y amables. Una de las razones por las que hay conflictos como aquel es porque la gente tiende a generalizar.
Fue horrible. No he hablado mucho de esto a lo largo de los años. Obviamente, mi familia sabe lo que pasó, pero fue algo que tuve que dejar atrás cuando volví a casa. No he querido aprovecharme de haber sido víctima de una masacre, de hecho, este acontecimiento cambió mi actitud frente a la vida para mejor. Una de las expresiones que utilizo a menudo es ‘no pueden dispararte por eso’. Lo que hago –lo que muchos de nosotros hacemos– resulta insignificante con respecto a lo que vivimos. Nunca volverá a sucederme algo igual”.
El testimonio, dicho sea de paso, termina con un último párrafo sumamente interesante, que si bien es más bien reivindicativo y poco tiene que ver con la historia propiamente dicha, tal vez no convenga dejarlo fuera: “Sigo disfrutando la vida pero, habiendo sido un músico independiente toda mi vida, no recibo ninguna pensión. Wilhelm Mohnke, el hombre que llevó a cabo la masacre, recibe 20 000 libras al año del gobierno de Alemania Occidental. ¿No resulta irónico? Me alegra conservar mi sentido del humor.”
Entre las aportaciones musicales de Brian Fahey consta el tema At the Sign of the Swingin’ Cymbal, que el mismo adaptó para la banda sonora de la película Austin Powers, la espía que me achuchó.
Conocía la historia y el desenlace y no quise pisarla en el anterior artículo. De todas formas el por que de dicha masacre todavía hoy en día es confuso y por eso ni Mohnke ni su superior inmediato Sepp Dietrich fueron inculpados por esa atrocidad.
Un apunte interesante, aunque no de ningún consuelo a los supervivientes, es ver en que momento se da el asesinato de los prisioneros británicos. En el marco de una ofensiva se puede entender aunque no justificar…cosas de la guerra. Pero lo que reflejan los testimonios es un asesinato premeditado y preparado. No es aquí te pillo aquí te mato de los muchos que se dieron durante la guerra con soldados que se rendían en todos los frentes.
No hace muchos años en canal Historia, creo, un documental tocaba el asunto…pero claro, Canal História e imparcialidad con asuntos anglosajones es mucho pedir.
Un saludo y que el maestro Veramendi nos informe si se sabe algo mas al respecto
Buenas tardes Gustavo.
Pues la verdad, es que lo más sensato que he leído sobre el tema lo comenta Jean Luc Leleu, gran especialista en las Waffen SS, que achaca la violencia de las SS en la campaña de 1940 a las elevadas bajas que sufrieron los combatientes de estas formaciones en sus ataques, motivadas fundamentalmente porque estaban poco entrenados y solo sabían lanzarse frontalmente. Si a esto unimos un importante nivel de «impregnación» ideológica (por llamarla de algún modo, el cóctel resulta letal.
Un saludo.
Muchas gracias por la respuesta Javier.
Como apuntas esa pudo ser la explicación del asesinato de los prisioneros. Hay mucha mitificacion y propaganda con las SS y su calidad variaba mucho entre las diferentes formaciones…y en 1940 todavía no tenían mucha experiencia de combate.
Juntamos inexperiencia, fanatismo y graves pérdidas en la campaña y el cóctel es el que comentas.
Un placer leerte y esperamos pronto escucharte también en Histocast.
Saludos. Gustavo