El 27 de septiembre de 1942, mientras Stalingrado rugía y se desmoronaba en medio de la batalla urbana más bárbara de la guerra hasta entonces, un pequeño grupo de 24 hombres pertenecientes al 42º Regimiento de la 13ª División de Guardias, dirigidos por el Sargento Yakub Pavlov, tomó al asalto uno de los edificios que daba a la plaza del 9 de enero. El ataque fue un éxito, pero pronto el pequeño grupo quedó rodeado por fuerzas alemanas muy superiores. A partir de entonces se inició una resistencia increíble.
La posición en la que se habían establecido aquellos soldados de la guardia, pertenecientes a más de diez nacionalidades distintas de las que componían la unión soviética, era de extraordinaria importancia, pues desde allí se podía batir tanto la plaza como las calles que se extendían hacia el norte y hacia el sur de la posición.
Gracias a un fusil anticarro, emplazado en la azotea, los defensores pudieron causar daños muy graves en los carros alemanes que se internaban en la plaza, y los morteros y ametralladoras pesadas que disparaban desde las plantas más bajas causaron estragos entre las fuerzas alemanas que, una y otra vez, trataron de recuperar el edificio sin éxito. A pesar de los muchos contraataques que sufrieron, el pequeño grupo de Pavlov resistió en su posición durante 59 días: del 27 de septiembre al 24 de noviembre.
Pavlov y sus hombres se convirtieran en héroes con rapidez, y antes de que acabara la batalla por la ciudad la propaganda oficial del régimen soviético loaba repetitivamente la excelente relación entre aquellos soldados de diversas nacionalidades tanto como su increíble resistencia, siendo tan pocos, contra el poder ofensivo de la Wehrmacht.
Sin embargo la realidad ha dado un enfoque un tanto distinto a esta historia.
Michael K. Jones, en sus trabajos para el libro “Stalingrad, how the Red Army Tiumphed”, entrevistó a un tal Grigori Potovski (uno de los últimos supervivientes de los hechos), el cual testimonió: “Nunca fuimos menos de 70 defensores, y a veces más de cien… En realidad, la guarnición era rusa en gran mayoría y las relaciones con los de las demás repúblicas estaban lejos de ser fáciles”.
La Casa Pavlov, tras la batalla
Esta entrevista no ha sido la única en poner la historia en entredicho. Otros estudios, como el de Jean Lopez “La Bataille Pour Stalingrad”, también introducen algunos cambios en la historia oficial:
– Para empezar no hubo tal asalto, sino una infiltración, que fue llevada a cabo aprovechando una ofensiva general soviética contra la casa de los ferroviarios, el banco del estado y la casa de los especialistas.
– Además el grupo no iba comandado por el sargento Pavlov, sino por el Teniente Afanasiev, quien, herido, delegó el mando en parte en el sargento.
– Tampoco parece que quedaron aislados, sino que la casa quedó integrada inmediatamente en una poderosa posición defensiva, comunicada con la retaguardia por pasos subterráneos y una trinchera de comunicación A través de estos pasos llegaron tropas y armas pesadas, incluyendo una ametralladora pesada, siete ligeras, dos fusiles anticarro, una pieza anticarro de 45mm y tres morteros (armamento excesivo para un grupo de asalto de 24 hombres
– Y, finalmente, tampoco retuvo Pavlov el mando durante los 59 días, sino que ya desde el día 30 estaba al mando de la posición un Capitán Naumov.
El 24 de noviembre Naumov organizó un asalto a la lechería desde la casa, muriendo durante el mismo, a la vez que Pavlov era herido y evacuado para convertirse en leyenda. La casa, más allá de la mirada de las cámaras a partir de entonces, fue perdida y retomada en varias ocasiones, pero ya no tenía demasiada importancia.
La Casa Pavlov en la actualidad.
El monumento está hecho con ladrillos que quedaron tras la batalla.
(Esta entrada queda dedicada a unos conocidos, que no hace mucho me dijeron que querían organizar una simulación en torno a este acontecimiento, y me picó la curiosidad).
Si te gustó, puede ser de tu interés Stalingrado no era el objetivo (I): La visión del General Hoth
Inmortal mapa del Call of Duty 1, cuántas horas en el multijugador. Siempre es bueno conocer la realidad de las historias. Aún así me parece curioso, y muy lícito, cómo las exageraban y manipulaban para dar moral al ejército. Una victoria era una victoria, y más en una batalla como la de Stalingrado.
Jaja viejos tiempos. Donde un tanque te perseguia hasta que lo destruias. No importaba que hubieran muchos soldados, sooo te apuntaba a ti. Jaja
Todo éxito o fracaso visto de lejos se puede criticar