El 23 de octubre de 1942, cuando la ilusión egipcia de Rommel estaba a punto de desmoronarse definitivamente con ocasión de la ofensiva británica en El Alamein, el extremo sur –la zona más peligrosa y aislada, aunque la menos importante– del despliegue del eje, había sido confiado, a las tropas italianas. En concreto, al X Cuerpo de Ejército, compuesto a la sazón por dos divisiones con gran solera en el frente desértico: la 27.ª División de Infantería, “Brescia”, al norte, y la 17.ª División de Infantería “Pavía”, al sur. En el centro se desplegaba una recién llegada, la 185.ª División, de Paracaidistas, “Folgore”, enviada a África tras suspenderse el asalto a Malta. Por la misma razón estaban allí los paracaidistas alemanes de la Brigada Ramcke.
Esta unidad alemana, reunida a primeros de 1942, había sido organizada específicamente para el ataque al bastión británico en el Mediterráneo central y constaba de cuatro batallones de paracaidistas: I/2.º Regimiento, I/3.er Regimiento, II/5.º Regimiento y batallón de entrenamiento del XI Cuerpo de Ejército del aire. Además, contaba con el II/7.º Regimiento de Artillería Paracaidista, una compañía de ingenieros y una compañía cazacarros equipada con 12 piezas de 37 mm.
Para los más puristas:
I./Fallschirmjäger-Regiment 2 (Major Kroh) (Kampfgruppe Kroh)
I./Fallschirmjäger-Regiment 3 (Major von der Heydte) (Kampfgruppe von der Heydte)
II./Fallschirmjäger-Battalion 5 (Major Hübner) (Kampfgruppe Hübner)
Fallschirmjäger-Lehr-Battalion/XI.Flieger-Korps (Major Burckhardt) (Kampfgruppe Burckhardt)
II./Fallschirm-Artillerie-Regiment 7 (Major Fenski)
Pionier-Kompanie (Dr. Cord Tietjen)
Panzerjäger-Kompanie (12x 3.7cm PaK 35/36)
Como había sucedido a menudo, esta unidad ocupó su lugar en el frente para dar apoyo (nervio, podríamos decir) a las tropas italianas desplegadas junto a ella, por lo que los batallones II/5 y de entrenamiento fueron desplegados entre las divisiones “Brescia” y “Folgore”, y los batallones I/2 y I/3 ocuparon posiciones en el ala izquierda del X Cuerpo de Ejército, al norte de la primera de las dos divisiones citadas.
Enfrente, el enemigo eran tropas del XIII Cuerpo de Ejército británico, cuya misión era fijar el frente para evitar que los ítalo-germanos enviaran refuerzos hacia el norte cuando Montgomery desencadenara su gran ofensiva. El asalto comenzó en la noche del 24 de octubre, cuando la 22.ª Brigada británica, apoyada por el 7.º Queen’s Royal (de la 131.ª Brigada) y la 1.ª Brigada Francesa Libre, atacaron las posiciones defensivas al norte y al este de Quaret el Himeimat y se dieron de bruces con el 186.º Regimiento Paracaidista italiano.
Aunque eran tropas relativamente bisoñas, aquellos descendientes de los Arditi estaban bien entrenados y motivados, resistieron, su artillería entró en liza de inmediato y pronto empezaron a organizar contraataques a cargo de pequeños grupos, que se adelantaban sigilosamente hasta las posiciones aliadas para inundarlas con granadas antes de desvanecerse de nuevo en el quebrado desierto. Al amanecer intervinieron las tropas mecanizadas germanas, elementos del 33.er Abteilung de Reconocimiento (de la 21.ª División Panzer, en reserva, que pronto sería llamada hacia el norte) se encargaron de obligar a los franceses a retirarse. Poco después tuvo que hacer otro tanto la 22.ª Brigada, repelida definitivamente por el 28.º Regimiento italiano (de la División “Pavía”).
A la noche siguiente los británicos decidieron volver, esta vez ellos solos, con la 22.ª y 131.ª brigadas, al asalto de la posición del eje. Aunque consiguieron alojarse en las líneas defensoras, una vez más iba a ser por poco tiempo, pues volvieron a ser desalojados, en esta ocasión por elementos de la División Acorazada italiana “Ariete”. Este nuevo fracaso llevó al mando británico a replantearse la situación, como haremos nosotros en una próxima entrada. La batalla no ha terminado.
Los italianos siempre fueron bravos soldados, tal como demostraron encuadrados en los tercios de España, en los siglos XVI y XVII.
Durante la II guerra mundial, sus fracasos no fueron debidos a la falta de valor de sus tropas, sino mas bien a la deficiencia de su material militar y a la ineptitud de sus mandos superiores.
Esto no es mas que un parecer mío que, por supuesto, es muy discutible.