Es el 21 de octubre de 1944, los elementos de punta de la 25ª Brigada Blindada de la Guardia, bajo el mando del Coronel Bulyguin, acaban de tomar un puente intacto sobre el río Angerapp, que utilizan para cruzar a la orilla occidental y conquistar la localidad de Nemmersdorf, 10 kilómetros al suroeste de Gumbinnen, en Prusia Oriental. El significado de la captura de esta localidad de 637 habitantes no solo es importante, políticamente, por ser una de las primeras localidades capturadas en suelo alemán, sino que también lo es militarmente porque desde allí ha quedado quebrada la línea defensiva fortificada que se opone al avance del 2º Cuerpo de Ejército Blindado de la Guardia, y al 3er Frente de Bielorrusia. Desde allí los soviéticos pueden lanzarse hacia el oeste y el noroeste, por terreno despejado, y arrasar la retaguardia del 4º Ejército alemán. Para oponerse a ello los alemanes solo pueden desplegar algunas unidades del Volkssturm, que serían fácilmente arrolladas por los carros soviéticos. No hay nada más, la derrota en Prusia Oriental podría ser una realidad en cuestión de días.
Pero no será así.
El Mayor-General Budeiny, jefe del 2º Cuerpo de Ejército Blindado de la Guardia, ordena un avance inmediato, pero la brigada no se moverá en 36 horas, un tiempo que aprovecharán los alemanes para desplegar, a cada lado de la penetración blindada soviética, fuerzas considerables: la 5ª División Panzer por un lado, y la Brigada Führer-Grenadier y la División Panzer Hermann Göring por el otro. El 23 de octubre la pinza se cierra en la retaguardia del cuerpo de Budeiny, que queda encerrado junto con elementos del 1er Ejército de la Guardia. Tchernyakovsky, al mando del 3er Frente de Bielorrusia, abandona a sus hombres cercados a su suerte, y tras haber estado a punto de tomar Königsberg con un solo esfuerzo más, es expulsado y pasa a la defensiva el 27 de octubre, tras haber perdido un millar de carros de combate y 16.819 hombres muertos y desaparecidos.
La pérdida de 36 horas y la severa derrota sufrida a consecuencia de ella no pasarían de ser una anécdota más, otro error catastrófico de los muchos que acontecieron durante la guerra, si no fuera por lo que los triunfantes alemanes se encontraron en Nemmersdorf. Cuando los soldados del General Hossbach entraron en el pueblo se encontraron con las casas saqueadas, arrasadas e incendiadas. No era lo peor. Por todas partes se descomponían los cuerpos de los habitantes: ancianos, niños y mujeres, muchos de ellos con brutales marcas de heridas en el cráneo y en la cara, todas ellas con signos evidentes de haber sido violadas masivamente. A la salida del pueblo había una fila de carretas cargadas de refugiados, todas ellas habían sido arrolladas (literalmente) por las cadenas de los carros de combate soviéticos. Aquellas treinta y seis horas de <<retraso>> habían sido un infierno para los habitantes que aún quedaban en la localidad. Los soviéticos habían preferido la brutalidad a la victoria.
Para Goebbels, Ministro de Propaganda del Reich, aquella fue una ocasión de oro para mostrar a la población alemana, y al mundo, lo que eran capaces de hacer los soviéticos. Los cuerpos fueron fotografiados y filmados, y se ordenó que las imágenes fueran difundidas. Para la población alemana aquellos fueron los primeros cadáveres que pudieron ver en las noticias desde el inicio de la guerra. A la horrible verdad se añadieron las exageraciones de rigor, las alrededor de 65 víctimas se convirtieron en cientos, y las atrocidades fueron exageradas hasta límites increíbles.
Un corresponsal del <<Correo de Ginebra>> escribió: <<Mutilación y ahorcamiento de prisioneros, liquidación casi completa de la población campesina alemana que se había quedado en el lugar… En Brauersdorf he visto con mis propios ojos a dos obreros agrícolas de origen francés, viejos prisioneros de guerra [de la campaña de 40, que aún no habían sido liberados], igualmente masacrados. Uno de ellos pudo ser identificado. No lejos de allí treinta prisioneros alemanes habían sufrido el mismo destino. Les ahorro la descripción de las mutilaciones. >>
El puente sobre el río Angerapp
Toda Alemania se convulsionó de horror y decidió, a una, que jamás permitirían que esto les sucediera a ellos. El Ostheer (ejército alemán del frente del este), entonces en franco proceso de desmoralización, hinchó el pecho y decidió vender carísimo cada palmo del terreno que le quedaba. No solo el ejército, toda la población alemana decidió luchar, el espíritu del 20 de julio, la resistencia al nacional socialismo, las críticas a la guerra, toda consideración que no fuera oponerse al ejército soviético con toda la fuerza posible quedó relegada a un segundo plano. A partir de aquel día las bajas del Ejército Rojo iban a aumentar exponencialmente.
Según el historiador Karl-Heinz Frieser, los motivos que hicieron que Nemmersdorf resultara tan relevante, en medio de los miles de horrores cometidos por uno y otro bando, fue que era la primera vez que el Ejército Rojo se encontraba con civiles alemanes, era el momento en que debía decidirse el futuro de la relación entre vencedores y vencidos, y el resultado no pudo ser peor. Nemmersdorf fue también una localidad que, a diferencia de muchas otras, fue recuperada por los alemanes, de modo que lo sucedido no quedó bajo el telón de acero del estalinismo, sino que fue sacado a la luz por la propaganda nazi, que marcó uno de sus mejores tantos de toda la guerra.
No solo la guerra se vería afectada por este acontecimiento. La posterior <<mistad germano-soviética>> escenificada en la posguerra entre la República Democrática Alemana y la Unión Soviética quedó afectada por lo que todos los alemanes sabían. En la República Federal Alemana, libre de dicha amistad, el odio fue aún más fuerte, lo suficiente como para que en tiempos de Adenauer los alemanes aceptaran de buen grado la presencia de armas nucleares en su territorio.
Nemmersdorf fue pues un incidente terrible, una muestra más de una guerra inhumana, un hecho lamentable que demostró palmariamente que algunos de los vencedores no eran mejores que los vencidos. Como en muchos otros casos, no hay excusas…
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Creo que la palabra «incidente » no es la adecuada