Cerramos esta serie de entradas sobre el mito de las SS como unidad de élite buscando el origen de dicho mito. Para empezar es importante indicar, como ya hicimos en su momento, que no todas las unidades de las Waffen SS fueron iguales. Algunas de ellas, como la Leibstandarte, Das Reich, Totenkopf, Wiking, Hohenstaufen o Frundsberg fueron sin duda muy superiores a las demás y otras, tal y como adelantaba alguno de nuestros lectores, fueron auténtica ralea, como sucedió con brigadas como la Kaminski o Dirlewanger.
Por supuesto, son las primeras las que plantean dudas con respecto a su condición de élite, y a ellas nos referiremos en todo momento. Al principio de esta serie definimos una unidad de élite como aquellas que de forma habitual pueden cumplir con su misión con la máxima rapidez y eficacia. Cualquiera que estudie la historia de combate de las divisiones a las que nos referimos descubrirá, sin embargo, que no siempre fueron capaces de cumplir con su misión, y que en la mayoría de los casos en que lo hicieron, como ya hemos ido indicando, lo hicieron sufriendo bajas humanas y pérdidas de material excesivas, es decir, de un modo poco eficaz.
Y sin embargo, daban miedo.
Para empezar, tenemos que retroceder un poco sobre nuestras afirmaciones. Para ser de élite la unidad debe estar compuesta enteramente por soldados de esta clase, no fue así, pero sin duda hubo combatientes que emplearon la tenacidad, la valentía y el fanatismo propio de estas unidades para combatir magníficamente. Y aquí nace el mito. Las Waffen SS eran la niña mimada de Himmler y sus propagandistas jamás faltaron a las citas más interesantes. Si una unidad resistía a ultranza, el informe de su jefe era presentado ante Hitler de inmediato; si se producía una victoria, por pequeña que fuera, las compañías de propaganda no tardaban en fotografiar a los victoriosos supervivientes para mostrárselos al mundo; y cuando salía de las fábricas algún tipo de material nuevo, no tardaban en situarse las unidades que hoy nos interesan en primera fila para ser armadas con él, lo que sin duda aumentaba su capacidad de combate.
Además, hay que tener en cuenta que los objetivos de Himmler de sustituir a la Wehrmacht por un ejército puramente nacionalsocialista y de extender la influencia de las SS en general en el régimen provocaron que este sometiera al Führer alemán a una auténtica persecución, un lobby, dicho en términos más modernos, informándolo e insistiendo todos los días en las acciones de estas tropas. Hay que decir que Hitler no solo estuvo predispuesto a escuchar desde el primer momento de la guerra, sino que, además, cuando se produjo el fracaso de Barbarroja y empezó a desconfiar francamente de su cuerpo de oficiales generales, cada vez se inclinó más por convertirlas en el ejército del futuro.
Otro de los motivos de la intensa propaganda que cubrió las acciones de las Waffen SS y las ensalzó al rango de cuerpo de élite es, sin embargo, de índole mucho más práctica, ramplona incluso, que los que hemos venido comentando hasta ahora. Si bien la Wehrmacht, como ejército nacional, podía recurrir al reclutamiento forzoso, las Waffen SS, como órgano del partido nazi, no. Así, la competencia por los reclutas fue feroz desde el principio y para conseguir que los alemanes se alistaran en esta fuerza había que pintarla, lógicamente, con los mejores colores. Ya hablamos en su momento de los carteles de Ottomar Anton y otras campañas similares; también se creó una compañía de propaganda exclusivamente SS, que quedó bajo el mando de Gunter d’Alquem, quien era igualmente director de la revista SS Das Schwarze Korps.
Hablando de cifras, y volviendo a las que nos ofrece Jean Luc Leleu, si en 1940 fueron 282 los reportajes de guerra escritos por los corresponsales de las SS que llegaron hasta la prensa general alemana, siendo publicados una media de seis veces cada uno para un total de 1716 apariciones; en 1942 el número de apariciones ascendía a casi 7200. En lo que a fotografías se refiere, serían 11 000 las publicadas durante los tres primeros años de guerra, y las noticias cinematográficas que se exhibían en los cines solían incluir dos a tres apartados sobre las SS. Un estudio del propio Goebbels de finales de 1941 indicaría que si bien tan solo un 5% de las tropas combatientes pertenecían a las Waffen SS, ocupaban entre el 30 y el 40% de la cobertura mediática.
Finalmente, no podemos olvidar la posguerra. Los memorialistas de la organización y la asociación de excombatientes de las SS hicieron todo lo posible no solo por recuperar un buen nombre que nunca tuvieron, sino también por potenciar esa fama de cuerpo de élite, fama que, por supuesto, nunca trataron de desmentir sus vencedores pues, a fin de cuentas, ¿qué valor tiene derrotar a un alfeñique?
Propaganda, propaganda y más propaganda. Los nazis eran muy buenos en eso. Para algo tenían un ministerio.
También ayudaron a el aura de invencibilidad Germana el método de contar bajas y el inflar, maquillar o mentir el los informes de batalla. Expliquemos,
Me centraré en blindados que de lo poco que sé es lo que mas controlo. Los carros Alemanes debian estar sin posibilidad de reparación alguna para que se catalogaran como destruidos. Hay casos documentados donde computaban carros inutilizados que quedaban en territorio enemigo como «en reparaciones». En contraparte cualquier blindado enemigo inutilizado que quedara en su terreno y fuera facilmente reparable lo contaban como «destruido». Con este método llegaron situaciones tan ridículas como computar como destruidos la gran mayoría de carros en la división enemiga al frente y a la vez retirarse ante ellos.
Cuando Alemania iba perdiendo sus unidades no tuvieron reparos en falsificar sus documentos, como iban si no a justificar que perdian de esa guisa conta los «subhumanos». A este respecto me gusta puntualizar como el «as» (lo pongo en comillas por lo evidente) Hermann Bix llegó a destruir 16 blindados enemigos en un dia en un frente donde los habian retirado todos el dia anterior,
http://tankarchives.blogspot.com.es/2015/09/cheating-at-statistics-11-bix-and-his.html
En mi opinión, encuentro pésimas sus tres capítulos sobre las Waffen SS, señor Veramendi. Usted ha cogido los tópicos anti-Waffen SS de toda la vida, sin molestarse en corroborar casi nada. Parece que lo políticamrnte correcto ciega su juicio.
Un saludo y a «seguir innovando» en la historia militar, como hasta ahora.
Comparto tu opinión tocayo. Al final, he vuelto a leer tópicos que hacia ya muchos años que no leia y coincidiendo en que solo se podian considerar como «élite» a unas pocas de las cerca de 40 divisiones desplegadas, su hoja de servicios estan tan cargadas de acciones de guerra que dificilmente pueden enmarcarse de otro modo que como consecuencia de su categoria de «elite».
Estimado Javier.
Con cierto retraso y sin preocupación ninguna, apruebo su comentario aunque, como comprenderá, no estoy de acuerdo con él. Soslayando las acusaciones personales sobre lo que nubla o no mi juicio, me permito señalarle a especialistas como Jean Luc Leleu o Christopher A. Lawrence, citado por el señor Miguel Fiz en la primera de las entradas. También podemos fijarnos en otros autores bien conocedores de su actuación, como Christer Bergström, o en testimonios de época, algunos de los cuales se citan en los artículos.
Quedo, por supuesto, a la espera de sus fuentes.
El artículo en todas sus entradas es interesante. Pero a,simple vista parece destinado a polemizar con el miro de las ss. Lo q de hecho lo coloca como en un juicio al alegato del fiscal. Necesario como el del defensor. Pero aun falta el resultado del juicio con todos los aportes y discuciones.
Sin dudas unidades más motivadas, mejor Armadas, y colocadas en lugar clave debían destacarse. También se repite y parece estar comprobado el mayor ratio de bajas. Lo q puede ser razón de su relativo primitivismo táctico como se señala aquí pero también puede ser q si te ponen siempre en el peor lugar….
Es probable q si ese equipamiento concentrado fuera sido destinado a divisiones del heer también hubieran sido élite, con oficiales de carrera y soldados comunes seleccionados por experiencia. Es muy probable. Ciertamente. Pero las ss eran un ejército pensado con un núcleo de otro tipo de valores, más q la eficacia racional, la voluntad superior, algo que puede ser relativamente irracional. Me parece (fuera de los crímenes que son mayores en las ss) una crítica de un fiscal, correcta pero no balanceada.