Es un recurso recurrente de las películas bélicas de Hollywood la escena en la que un soldado ejerce de escudo sobre una granada de mano descontrolada y se sacrifica para salvar a los demás.
Esto precisamente fue lo que sucedió en el mundo real en operaciones de combate durante la liberación de Manila el 5 de febrero de 1945, y su protagonista fue el segundo teniente (alférez) Robert M. Viale, que optó por el supremo sacrificio para salvar la vida de sus hombres y de algunos civles.
Ese día, el segundo teniente Viale dirigía a su sección del 148.º Regimiento de Infantería de la 37.ª División de Infantería, hacia un pequeño puente. Contenidos por el fuego de tres caamatas japonesas en las inmediaciones, él y dos de sus hombres corrieron a través del puente tras una cortina levantada con botes de humo. Viale dejó fuera de combate una de las casamatas, y las otras dos fueron destruidas por soldados de su sección.
En el proceso, Viale resultó herido en el brazo derecho. La posición seguía siendo complicada y no podían permanecer más tiempo donde estaban; la ruta que habían planeado para internarse en la ciudad había quedado bloqueado minutos antes por una serie de demoliciones efectualas por las tropas niponas. Así que tras cruzar el puente, continuaron avanzando sometidos a fuego de mortero y entre edificios en llamas.
Robert M Viale
La única vía de avance que vislumbraban delante estaba cubierta por una ametralladora emplazada en la esquina de una calle. Buscando vías alternativas para sortear la nueva amenaza, Viale llevó a sus hombres al interior de un edificio cercano. En una de las estancias había civiles acurrucados en una esquina. En la otra, la que daba a la ametralladora de la esquina, había un ventanuco alto con una escalera que llevaba hasta él.
Un de sus hombres, diestro de mano, trató de arrojar una granada por la ventana, pero el ángulo no era el más apropiado. Viale, al ser zurdo, decidió que podía arrojarla de mejor manera. Llevando una granada armada en la mano, comenzó a subir por la escalera. Instantes más tarde le falló su brazo derecho y cuando trataba de mantener el equilibrio se le cayó la granada al suelo.
En los cinco segundos que quedaban para que estallase la granada se bajó de la escalera, recuperó la granada ybuscó un lugar donde deshacerse de ella de modo seguro. Tras comprobar que no había ningún sitio donde no pusiera en peligro la vida de sus hombres o de los civiles, se giró contra la pared, apretó la granada contra su cuerpo y experimentó una gran sacudidad cuando ésta estalló. El segundo teniente murió en diez minutos, pero su acto heroico salvó las vidas de los demás.
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