En la madrugada del 22 de junio de 1944, tres años después del comienzo de la Operación Barbarroja, se desataba en el Frente Ruso la Operación Bagration, que rompería finalmente la crisma de la Wehrmacht en las estepas rusas.
Nos hacemos eco del testimonio de un soldado alemán publicado en World War II Today. Armin Scheiderbauer acababa de llegar al Frente del Este tras superar con éxito su curso de entrenamiento para oficiales. Así cuenta en su diario las primeras horas de la Operación Bagration en su sector:
Al norte de Vitebsk, donde estábamos, los soviéticos comenzaron su ofensiva a primera hora de la mañana del 22 de junio. En un frente que se extendía 64 kilómetros, el IX Cuerpo de Ejército, junto al Destacamento de Cuerpo de Ejército D y la 252 División de Infantería estaban encargados de la defensa. Allí atacaron ocho divisiones del 43º Ejército soviético, a las que pronto hubo que añadir una división del 6º Ejército de la Guardia.
Se pretendía romper el frente y generar una brecha de 25 kilómetros de anchura. Junto a las divisiones atacantes del Ejército Rojo rodaban dos brigadas blindadas en el punto focal del área de ruptura. Las dos cuñas de la ofensiva toparon con los sectores derecho y central de la 252 División de Infantería.
Durante la noche del 21 de junio y en la madrugada del día 22, los rusos comenzaron a acercarse más y más a nuestra posición. A las 4 de la mañana comenzó una intensa preparación artillera y a las 4:20 am atacaron a lo largo de todo el frente. El intento de ruptura estaba teniendo lugar en el sector del 1 Batallón del 7 Regimiento de Granaderos y del Batallón de Fusileros de la División.
Hasta donde mi memoria alcanza, el huracán se desató exactamente a las 3:05 am, la misma hora a que había empezado todo en 1941. El fuego se concentró principalmente en la línea de resistencia principal. Solo proyectiles aislados cayeron en el pueblo. Hacía tiempo que habíamos abandonado nuestros refugios en las casas, y esperábamos en las trincheras que había junto a ellas. Me habían despertado los impactos producidos tras los estallidos de los proyectiles cuando solo llevaba una hora durmiendo.
Esta acción comenzó para mí como un trueno en mi cabeza, debilitada por el schnapps y el cansancio.Hacia las 5 am el batallón recibió órdenes de retirarse a la segunda línea, esto es, a la trinchera que se había planeado para tal propósito. Eran buenas noticias, porque tan pronto como el enemigo atacó la primera, podíamos esperar que el fuego fuera dirigido a retaguardia. Luego serían nuestros emplazamientos artilleros, pueblos y carreteras, posiciones todas que habían sido detectadas por el reconocimiento del enemigo, las que estarían sometidas al fuego soviético.
Nos mantuvimos en marcha, con el bombardeo por delante nuestra y los impactos de los proyectiles de gran calibre detrás. En esta coyuntura, la división fue dividida en dos. Retuvo el control sobre el 7 Regimiento de Infantería, el Batallón de Fusileros de la división, y nuestro 2 Batallón del 472 (Reg). Pero de estas, la 5ª Compañía se desplegó a la izquierda, el 1 Batallón, la plana mayor del Regimiento y todo el 461 Regimiento fueron empujados hacia el noroeste. Incluso al día siguiente, no tuvimos noticias de la 5ª Compañía.
En el ínterin, la segunda línea se había convertido en la línea principal de resistencia y la brecha que se había originado en la izquierda debía ser cerrada con urgencia.Inspeccionando la línea principal de resistencia, el capitán Muller y yo encontramos un cañón contracarro de 88mm dominando la carretera a Lowsha desde un claro en el bosque, sobre el que los rusos estaban trayendo carros. Apareció un T-34; un disparo, y estaba en llamas. El segundo le siguió justo detrás. El siguiente disparo lo alcanzó, se detuvo y desde la torreta un hombre empapado de aceite se retorció cayendo. Apareció un tercer carro que lentamente sobrepasó a sus camaradas. El artillero de nuestro cañón contracarro observó con una expresión tensa y una vez más apretó el botón de disparo. De nuevo, el disparo consiguió un impacto directo y la torreta saltó por los aires desprendiéndose del T-34. Se produjo un violento incendio en el chasis.
Solo dos días después, sin dormir prácticamente nada, Scheiderbauer iba a presenciar la casi desintegración de las unidades alemanas que lo rodeaban. Con los rusos ejerciendo una gran presión sobre sus poisiciones, todavía bajo el ataque de la artillería, los Landser alemanes abandonaron sus puestos para intentar subir a un tren de mercancías que partía hacia retaguardia. Solo cuando la locomotora fue alcanzada por un proyectil de artillería finalizó el pánico que se había provocado.
via: World War II Today
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