Si la jornada del 28 había sido de resistencia, la noche iba a ser testigo del último gran intento de ruptura de la bolsa y retirada hacia Dunkerque de las tropas francesas.
Parece que la iniciativa partió del general Dame, al mando de la 2ª División Nord-Africana, recibiendo inmediatamente el respaldo del General Molinie. Una vez tomada la decisión, había dos opciones para ejecutar la salida: o bien concentrar todas las tropas en un único eje, lo que tendría la ventaja de dar más fuerza al ataque, pero tenía en contra tanto la dispersión y parcelación de las unidades cercadas como la posibilidad de que los alemanes se concentraran en un solo punto para cerrar el camino de salida; o bien atacar en varios puntos, desconcertando a los alemanes y aumentando las posibilidades de que, al menos una parte de las tropas, consiguieran escapar hasta la costa.
Finalmente se optó por la segunda opción, se eligieron tres vías y se organizaron tres agrupaciones: una, en torno a la división de Dame, será la principal, que tendrá que cruzar el río por Sequedin y avanzar hasta Armentieres: otra, secundaria, a su izquierda, la protagonizará la 5ª División Nord-Africana, bajo el mando del General Mesny, y la tercera quedó a cargo del General Juin, al frente de la 15ª División Motorizada.
El ataque central nos lo narra Raoul de Lambert, a quien ya hemos citado en esta serie de artículos: “Un poco antes de la hora prevista [las 19:30], la vanguardia del II/13 [2º Batallón del 13º Regimiento de Tiradores Argelinos] se desplaza en doble columna por ambos lados de la carretera que lleva al puente de Sequedin. A pesar de avanzar con prudencia, la unidad progresa con rapidez (…). El primer informe del Comandante Alagiraude llega en torno a las 21:15; el primer puente ha sido cruzado sin dificultad. Pero después el batallón tiene que enfrentarse con un fuego más denso, si juzgamos por el crepitar de armas automáticas oímos, proveniente de un lugar no muy lejano en su dirección. Las noticias empiezan a llegar en plazos cada vez más largos. En este despacho, que dos velas transforman en una especie de capilla ardiente, cada uno de nosotros, ansioso, las espera. El bombardeo cada vez es más intenso. Fuera, el II/22 [2º Batallón del 22º Regimiento de Tiradores Argelinos] espera en la calle y en las casas a que le llegue la orden de entrar en combate, pero ya nos han avisado de que llegan muchos heridos, y pronto ya no vamos a poder quedarnos en nuestro puesto de mando [de Lambert no especifica si es debido a que se llena de heridos o debido al fuego alemán] (…) En torno a las 23:00 la reacción enemiga es muy viva. Un informe del II/13 indica que el batallón no ha podido ir más allá del tercer puente. Las baterías enemigas empiezan a disparar, el cielo se inflama, el fuego de mosquetería es ahora muy intenso; la operación ha fracasado, y habrá costado al II/13 dos tercios de sus efectivos.
En el flanco izquierdo el ataque también fracasa, pues uno de los carros de combate SOMUA de la Agrupación de Reconocimiento de División de Infantería Nº 4 hace estallar una mina, que lo inmoviliza, bloqueando el paso de los demás blindados de apoyo y obligando a los tiradores tunecinos del 24º regimiento a tratar de cruzar solos el puente. Las ametralladoras y los cañones de 105mm de los alemanes se lo pondrán muy difícil, y aunque, a costa de grandes bajas, conseguirán cruzar el río Deule, no servirá para nada, porque ante el fracaso del ataque en el frente, recibirán la orden de retirarse.
Finalmente, en el sector de la 15ª División Motorizada no habrá fracaso porque le General Juin, que no cree en la maniobra, solo enviará al combate dos batallones formados por solo dos compañías y un grupo de reconocimiento motorizado. Estos últimos han recibido unas instrucciones muy simples: lanzarse hacia delante a tumba abierta y escapar sin mirar atrás. Serán los únicos que lo consigan, dejando, consecuentemente, solos a sus compañeros.
El fracaso del intento de ruptura obligará a los franceses a cambiar sus intenciones. A partir del amanecer del 29 de mayo, estas ya van a ser resistir hasta el final, salvar el honor y entretener a las tropas alemanas para que no marchen hacia Dunkerque.
Viene de La Batalla de la Bolsa de Lille (III)
Sigue en La Batalla de la Bolsa de Lille (V)
Y si a mi abuela le crecieran ruedas sería una moto. El SOMUA 35 era como era. Buen blindaje, buen cañón, buena movilidad, pero mal concepto, necesitaba en la torre un hombre orquesta y encima sin radio.
Ciertamente, es lo que dice el pie de foto. Por otro lado, y si nos ponemos a comparar. ¿Que era el panzer II? Mal blindaje, mal cañón, buena mobilidad, y buen concepto; todo lo cual, per se, no lo hacía más efectivo, como se demostró en la batalla de Hannut. Lo que si lo hizo más efectivo fue un empleo táctico diferente al de los carros franceses, que es donde está la madre del cordero.
Un saludo.