Estamos a 29 de marzo y, aislados, tras haber sido separados del mundo y haber perdido sus posiciones en la ciudad nueva y haber abandonado, parte de ellos, la ciudad vieja, los defensores de Kústrin resisten sobre la isla, una parcela de tierra delimitada por el río Oder al este y el Vorflut y la localidad de Kietz al este. Los soviéticos, que están tomando el resto de la “Festung” parcela a parcela, progresan con cuidado, conscientes de que su éxito ha tenido mucho más que ver con la constancia del bombardeo artillero que con la potencia de los asaltos masivos.
Durante esta jornada los asaltantes han conseguido llegar muy cerca del cuartel de artillería, del reducto D y del Kühbrücken Vorstadt, en el extremo norte. Durante todo el día se han sucedido los combates cuerpo a cuerpo y se ha gastado munición en cantidades ingentes, algo que el Ejército Rojo se puede permitir, pero lo alemanes no, y pronto empiezan a quedarse sin balas,
Reinefarth está desesperado, tanto como sus oficiales. Los hombres resisten semienterrados en sus trincheras, una de las cuales recorre todo el dique oeste del canal de Vorflut, cuya orilla, además, está minada para dificultar la aproximación del enemigo. Pero, sin balas, ¿cuánto les queda? Insisten ante su jefe, es necesario evacuar la posición, diga lo que diga Hitler. Este se decide por fin. ¿Va la guarnición a abandonar la isla? No. La guarnición, como tal, no hará tal cosa. Solo los que deseen, voluntariamente, marcharse, podrán hacerlo. No dará ninguna orden a sus soldados. Es difícil discernir si la intención es buscar algún truco jurídico o dejar que cada uno obra según su conciencia. Él se marcha, en todo caso.
Al atardecer, los voluntarios fueron distribuidos en cuatro grupos y desplegados justo junto al dique que se halla al oeste del Vorflut, que todavía conservan los defensores. Tenían que recorrer 7 km, es lo que les separaba de sus propias líneas. ¿Lo conseguirían? El asalto comenzó a las 23.00, una acción violenta y repentina contra las posiciones soviéticas situadas al oeste, un grito de rabia de aquellos hombres desesperados que se lanzaron hacia el enemigo en medio de la oscuridad, ignorando el fuego que caía sobre ellos, chapoteando en los cursos de agua, escondiéndose tras los blindados despanzurrados de las batallas anteriores, entrando en una trinchera tras otra en busca de la salvación. Fueron tres las líneas excavadas por el enemigo que miraban hacia el oeste, y cuando hubieron salido de la última y se hubieron arrastrado por la tierra de nadie, entonces pudieron el inconfundible tableteo de las ametralladoras alemanas.
Hubo incidentes de fuego amigo, nadie se esperaba que los defensores de Küstrin osaran y lograran cruzar las líneas soviéticas, pero sucedió. 1318 de ellos consiguieron llegar a las líneas propias, de los que 118 pertenecían al Volkssturm y uno era el SS Gruppenführer Heinz Friedrich Reinfarth, que había sido el comandante de la guarnición.
Y Küstrin, ¿había caído? No. Todavía no.
Impresionante.
Tal vez a los supervivientes de semejante odisea les trataran de traidores y terminarían colgados de un poste como «traidores a la Patria»???
Tal vez…
Probablemente no, ya que poco tiempo después el Noveno Ejército iba a luchar por su vida para escapar de la bolsa de Halbe, y lo que sí que era imposible era ahorcar a todo un Ejército.
Estas acciones fueron más frecuentes en el camino directo a Berlín, y en la propia ciudad.