Sobre los combates que narramos en la entrada anterior se conservan algunos testimonios especialmente interesantes, como el del Major von Lösecke, del 90.ª Regimiento de Panzergrenadier.
“El 27 de marzo, el 2.º Batallón se dirigió a la zona de reunión, al este de Golzow, mientras el 1.º se mantenía en el lado oeste del pueblo, listo para seguirlo y desplegarse por su derecha. El batallón de Tiger se puso en marcha a las 3.00 horas, y comenzó el ataque. Tenía mi puesto de mando en un edificio situado justo al este de la estación de Golzow, pues era lo más práctico desde el punto de vista de las comunicaciones, ya que desde allí podía llegar rápidamente a todos los elementos del regimiento, así como hasta la artillería, los carros de combate o la División, mientras se desarrollaban los combates.
Nuestra artillería bombardeó Gorgast. Las armas de infantería abrieron fuego. Pronto llegó un mensaje del 2.º Batallón, que indicaba que habían roto la primera línea enemiga. Reportes posteriores indicaron que la compañía de la derecha del 2.º Batallón estaba combatiendo al enemigo en una granja fuertemente defendida a 1000 m hacia el este de la estación, mientras que la de la izquierda estaba recibiendo fuego de flanco desde el sector al norte del arroyo, donde estaba atacando el 76.º Regimiento de Panzergrenadier. También desde aquel sector, se oía un intenso tiroteo. Finalmente, la compañía de la derecha del 2.º Batallón tomó la granja, donde se posicionaron los carros de combate.
Mientras, la compañía de la izquierda del 2.º Batallón siguió sin poder progresar, debido a que el enemigo, al norte del arroyo, estaba firmemente instalado en los edificios, y seguía manteniendo su fuego de enfilada, constante, sobre todo el frente de ataque del regimiento. Ni siquiera nuestros tanques podían seguir progresando, debido a las minas. Entonces, el combate se detuvo.
En respuesta a las nerviosas llamadas del cuartel general de la división, solo pude responder que la resistencia enemiga se había endurecido hasta tal punto que ya no se podía esperar que consiguiéramos romper su frente antes del amanecer. La situación hizo que me preocupara mucho por mi 1.er y 2.º batallones. Entretanto, este último que se había visto arrastrado a nuevos combates y había participado en el asalto a la granja, tenía que ser reubicado en posiciones con buena cobertura, de modo que el amanecer no lo expusiera al fuego enemigo sin protección de algún tipo, en terreno abierto. Sin embargo, no podía retirar mis tropas sin que los carros de combate hicieran otro tanto, pues estos no podían quedarse donde estaban sin la protección de la infantería.
Empezó a amanecer y sucedió lo que me temía. En el momento en que se alzó la niebla matutina, el enemigo empezó a disparar contra los carros de combate, que se hallaban parados y, en medio de la llanura, eran un blanco fácil. A las 11.00 empezó un bombardeo de todos los calibres, incluidos los Órganos de Stalin. Los soldados, al no recibir apoyo de la artillería propia o de la Luftwaffe, empezaron a abandonar sus posiciones. Primero individualmente, y luego en grupos. Era el pánico. Los detuve cerca del puesto de mando y los lideré de nuevo hacia adelante. Durante un breve tiempo se recuperaron las viejas posiciones. El enemigo no había avanzado. Durante la tarde redujimos acortamos el frente, para empezar a preparar una línea defensiva. Los tanques [averiados] fueron remolcados fuera de la zona de combate durante la noche del 28 al 29. Mientras, el fuego de la artillería enemiga se fue reduciendo poco a poco”.