El sino del SS Santa Elisa en la Operación Pedestal

La Operación Pedestal fue una misión de convoy que tenía como objetivo aprovisionar a la maltrecha Isla de Malta en sus peores momentos, durante el verano de 1942. El convoy fue uno de los más castigados de toda la guerra.

Pedestal, en primer plano el Indomitable, tras el navega el Eagle

Para alférez Gerhart S.Suppiger, su destino en convoyes en mayo de 1942 no comenzó con buenos auspicios. Primero, uno de sus nueve hombres de la dotación de la artillería del barco fue hospitalizado tras herirse una mano con un contenedor de suministros. Luego, el capitán de su barco mercante, el SS Santa Elisa, tuvo que ir a tierra también al hospital muy enfermo para hacerse cargo de la misión.

Tras aciagos días cruzando el peligroso Atlántico Norte desde Estados Unidos, en los que habían estado a punto de colisionar con otro mercante, y dos submarinos alemanes que acechaban habían sido hundidos por los escoltas, el Santa Elisa había llegado a Newport, Gran Bretaña, donde llevaba amarrado 46 días y había tenido tiempo de cargar y descargar hasta en dos ocasiones.

Al fin, con su armamento defensivo reforzado y cargado de bidones de combustible, el Santa Elisa se unió a un convoy de doce cargueros y dos petroleros escoltados por una gran flota –dos acorazados, ocho cruceros, cinco portaaviones y una flotilla de destructores. El Santa Elisa formaba parte de la Operación Pedestal de la Royal Navy, que tenía como objetivo la hostigada isla de Malta en el Mediterráneo.

SS Santa Elisa

El Santa Elisa había abandonado su puerto de Escocia el 2 de agosto de 1942. Ocho días más tarde, el convoy atravesó sin incidencias el estrecho de Gibraltar, donde se quedó uno de los portaaviones. A la mañana siguiente, a eso de las nueve, comenzó el lento penar de Pedestal.

Las hostilidades se desencadenaron con dos ataques de bombarderos en un intervalo de 30 minutos. Uno de los mercantes resultó alcanzado y se fue al fondo del mar. A las 10:30, uno de los portaaviones, el Eagle, fue alcanzado por tres torpedos y se hundió en solo siete minutos. El convoy siguió navegando mientras los escoltas daban cuenta de dos submarinos enemigos. Esa tarde, nuevas oleadas de aviones alemanes dañaron un destructor y hundieron a otros dos barcos mercantes. El Santa Elisa continuaba navegando.

El SS Waimarama explota tras ser atacado por los Stuka

El día siguiente, 12 de agosto, resultó ser una pesadilla aún peor que el precedente – con alarmas continuas todo el tiempo. Oleada tras oleada de bombarderos en picado Stuka y bombarderos Junkers y Heinkel atacaron, junto con aviones torpederos italianos. Otro de los portaaviones británicos, el Indomitable, resultó alcanzado y se comenzó a quedar rezagado, envuelto en una nube de humo y fuego. Junto a él se quedaron todos los cruceros menos dos y un puñado de destructores. La inteligencia británica había informado de que la flota italiana podría zarpar para buscar un enfrentamiento con las maltrechas unidades británicas.

Mientras el mermado convoy seguía avanzando, se fueron sucediendo los ataques aéreos y de submarinos. Uno de los dos cruceros que había quedado con el convoy, el HMS Manchester, resultó hundido. A las 8 de la tarde, otro carguero se fue al fondo tras el ataque de una oleada de bombarderos en picado Stuka. A las nueve de la tarde tuvo lugar el ataque más intenso de todos. Tres mercantes más resultaron alcanzados y hundidos. Algunas hileras de bombas cayeron a babor y estribor del Santa Elisa a pocos metros de su casco, pero no causaron daños de importancia.

El HMS Indomitable tocado es defendido por unidades de la flotilla durante los ataques aéreos

En ese confuso momento el convoy se dispersó, y tras estar a punto de colisionar en dos ocasiones en la oscuridad, El Santa Elisa se hallaba navegando en solitario. A Suppiger se le presentaban dos opciones: seguir navegando frente a las baterías de costa italianas y de una base de lanchas torpederas, o arriesgarse a atravesar un campo de minas hacia el oeste. Finalmente optó por intentar cruzar el campo de minas.

Sin embargo, a las 3:30 de la madrugada una lancha torpedera italiana encontró al Santa Elisa. Era el colmo de la mala suerte. Se produjo un intercambio de disparos y la lancha italiana fue repelida, pero entonces apareció una segunda lancha que se puso en posición para lanzar sus torpedos. A las 5:05 un gran fogonazo iluminó las inmediaciones y se produjo una fuerte explosión en la parte de proa.

El SS Ohio entra finalmente en el Gran Puerto de Malta cargado de combustible

El Santa Elisa comenzó a arder furiosamente y tras comprobar que era imposible controlar los incendios Suppiger ordenó abandonar la nave. Los supervivientes fueron recogidos dos horas más tarde por un destructor. A las 7:30 de la mañana una nueva oleada de bombarderos en picado se abalanzaron sobre el Santa Elisa y lo hundieron.

Dos días después la tripulación llegó por fin a Malta. Allí se enteraron de que solo cinco barcos mercantes habían logrado pasar. Había sido una de las operaciones de convoy más castigadas de toda la guerra.

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