Por suerte, el ASDIC tenía fijado al submarino, que, como de costumbre, había bajado a gran profundidad. Así que el Hesperus procedió a realizar un ataque con cargas de profundidad convencionales.
El submarino se defendió intentando ocultar su posición con el dispositivo SBT (Submarine Bubble Target), pero los operadores británicos del Hesperus no cayeron en la trampa y mantuvieron fijado al submarino alemán. Para entonces, la Clematis se había unido a la refriega y procedió también a atacar. A continuación, ambos buques hicieron una pasada conjunta con cargas de profundidad convencionales y arrojaron también una nueva carga de profundidad de 1 tonelada que según el capitán del Hesperus era «un torpedo sin motor, con su cuerpo cargado de explosivos y disparado desde nuestros tubos de torpedos».
Finalizada la pasada comenzaron a oírse extraños ruidos en el ASDIC, como los que hace un submarino que quiere subir a superficie. Había mucha excitación en los buques y los marineros esperaban ver aparecer el U-boot en la superficie en cualquier momento. Al estar a menos profundidad se podía utilizar de nuevo el Erizo. Se dispuso todo y a la orden de fuego se dispararon las veinticuatro bombas, que cayeron al mar por la proa del barco.
No se oía ni una mosca en el Hesperus esperando acontecimientos mientras las bombas se sumergían hacia su objetivo. De repente se oyeron dos agudas explosiones. El operador de sonar salió de su puesto: «¡le dimos!». Se había rajado el casco del U-191 y el sumergible se precipitaba al fondo con toda su tripulación. Los escoltas acababan de hundir al primer eslabón de la cadena de vigilancia submarina alemana en el lugar. Los dispositivos electrónicos no encontraron más contactos en los alrededores.
En ese momento patrullaban las aguas que rodeaban al convoy los Swordfish del Biter, que no informaron de ningún avistamiento más en los dos días siguientes. Para los escoltas era un alivio poder contar con la patrulla aérea, que podía atacar a los submarinos con mayor alcance y rapidez que su velocidad de 30 nudos. Eso fue lo que sucedió el domingo de Pascua en los alrededores del Biter, que operaba su ala embarcada a unas 30 millas del convoy.
El sistema HF-DF (Huff-Duff) detectó una señal y determinó su rumbo. Se envió rápidamente un mensaje de alarma al Biter y poco más tarde uno de sus Swordfish de patrulla divisó al submarino alemán. El U-boot se sumergió demasiado rápido para que el avión pudiese atacarlo, pero uno de los destructores de escolta del portaaviones, el Pathfinder, que acudió rápidamente al área, fijó al submarino (U-203) y tras un intenso ataque lo envió al fondo.
Con la introducción de los portaaviones de escolta y las patrullas aéreas permanentes sobre los convoyes desapareció el área del Atlántico libre de actividad aérea aliada que tanto había beneficiado a las manadas de lobos en años anteriores. La buena coordinación entre las unidades aéreas y navales aliadas fue letal para los lobos grises.
Viene de El hundimiento del U-191 (I)