La persecución y hundimiento del Bismarck es uno de los acontecimientos dentro de la batalla del Atlántico más difundido, sin que en su momento se prefijara que este marcaría dos estados de la guerra naval futura a corto plazo; por un lado el canto del cisne del encuentro tradicional de grandes unidades navales.
La batalla del Estrecho de Dinamarca supuso para la Kriegsmarine de 1941 el cenit del éxito, como la de Jutlandia del 31 de mayo de 1916 lo fue para la marina alemana de su época. La actuación de los Fairey Swordfish, aviones de diseño anticuado de estructura básicamente metálica y entelados ha pasado, en el recuerdo de la historia, como el elemento esencial para la caza y destrucción del acorazado alemán el 27 de mayo y ¡cómo no! otra señal emergente del portaviones, sustituto de los grandes mastodontes de acero.
Si los verdugos fueron los cañones del Rodney, King George V, Norfolk y Dorsetshire; los alguaciles los endebles Swordfish de los escuadrones 825 (embarcado en el Victorious), 810, 818 y 820 del Ark Royal, y el juez el Almirantazgo Británico ¿quién condujo el reo al patíbulo?
Sin duda, la emergente capacidad del dominio del espacio etéreo por la tecnología de las radiofrecuencias y su impacto en los procedimientos navales de inteligencia y planificación de operaciones.
Puede que las abnegadas y valientes tripulaciones de los torpederos dieran el golpe maestro para incapacitar al Bismarck, pero no es meno cierto que la inconsciencia del almirante Günther Lütjens alumbró el éxito de su destrucción. A su favor diremos que tanto para amigos como enemigos las capacidades de esta nueva guerra silenciosa estaba por aprenderse y desarrollarse.
Cuando el 23 de mayo de 1941, sobre las 19:00 horas, el Grupo Bismarck (acorazado Bismarck y crucero de batalla Prinz Eugen) al mando del almirante Günther Lütjens enfilaba la entrada septentrional del Estrecho de Dinamarca, ambas unidades estaban equipadas con los mayores avances tecnológicos en comunicaciones, navegación, escucha, detección y dirección de tiro que la ciencia alemana y foránea les pudo dar.
El acorazado alemán estaba dotado con el sistema de radar genérico De Te Seetakt y al parecer con dos equipos pasivos de detección de ondas hertzianas de procedencia alemana. Los De Te eran tres unidades asociadas a sus torres ópticas de telemetría del tipo FuMo 23 modelo 30/40 de 500 Hz de PRF.
Este equipo estaba destinado a la búsqueda y dirección de tiro en modo activo, con un alcance de unos 25 km, trabajando en longitud de onda de 0’815 metros; tenía varios inconvenientes; en primer lugar, no era un sistema independiente de antena giratoria, sino que se movía de forma solidaria con la caja del telémetro óptico, esto se compensaba al disponerse de tres estaciones, dos por proa y una por popa, con lo que la búsqueda se podía hacer en tres sectores, uno de 180º y dos de 180º solapados o 90º complementados. Además su rango de precisión en azimut no era precisamente un alarde de prestaciones, pues estaba en torno a los ± 30º, motivo por el que la óptica de precisión se prefería en los encuentros a media distancia.
FuMB-1 Metox
Pero lo realmente singular del equipamiento de este navío, al cual los ingleses no llegaban, ni disponían de algo parecido, era un receptor pasivo de señalas. El FuMB 1, copia del Metox R-600 VHF, fabricado por la francesa Metox-Gradin, y descubierto por los alemanes cuando se apoderaron de la fábrica durante su ocupación en 1940.
Este equipo de detección en modo pasivo era discreto (1) para los ojos de los británicos, de hecho ignoraban su existencia. El receptor Metox R600 trabajaba en la banda de 113 MHz a 484 MHz de frecuencia, correspondiente al rango de longitud de onda de 0,62 m hasta 2,65 m (2). Su mejor capacidad era, que además de detectar la señal radar, se anticipaba en su alcance en un 50% y podía marcar la dirección de procedencia, si bien no su distancia.
Al poco de embocar el estrecho el Metox comenzó a marcar la existencia de unidades navales equipadas con radares. Efectivamente, dentro del dispositivo diseñado por el Almirantazgo inglés, dos cruceros pesados al mando del contra-almirante Wake-Walker cubrían las 40 millas útiles del paso oceánico por su zona meridional. Estas unidades no fueron capaces de detectar electrónicamente al grupo alemán, se dio la circunstancia que el primer contacto se hizo de forma visual cuando el Suffolk navegaba en rumbo suroeste, dándole la popa al Bismarck; fue un vigía el que con sus prismáticos hizo saltar las alarmas en el crucero, esto había llegado a hacer creer en el acorazado que las unidades inglesas se habían retirado, pues el Metox dejó de recibir señales; eran aproximadamente las 19:22 horas del día 23. Comenzaba el espectáculo.
HMS Sufflolk
Inmediatamente el Suffolk cayó a babor aumentando su velocidad, introduciéndose en un banco de niebla buscando protección; paralelamente retransmitía un mensaje indicando el posible contacto (pendiente de identificación positiva) del Grupo Bismarck, este fue interceptado por el centro de comunicaciones del Prinz Eugen que alertó a Günther Lütjens. Los actores quedaban prevenidos; como vemos fueron las ondas que cruzan el espacio etéreo el preludio de los acontecimientos venideros.
En esta época los radares navales ingleses eran mas evolucionados, sin embargo ambos cruceros fueron sorprendidos y detectaron la presencia a solo 13 Km de forma visual, poniéndose en claro peligro de ser destruidos. ¿Qué pasó?
(1). Esto no es cierto, tiempo después se verificará la emisión de señal activa, pero en este año esto estaba por descubrirse.
(2). Otra fuente indica de 110 MHz a 500 MHz.
Continua en El Bismarck y la indiscreción del almirante Günther Lütjens (II)
Crucero pesado «Prinz Eugen» no de batalla.