Dijo Winston Churchill que hasta El Alamein todo habían sido derrotas, y que a partir de El Alamein todo fueron victorias. Sin embargo el viejo prócer británico cayó, al menos en esa ocasión, víctima de su propia propaganda, pues aunque no fueron demasiado duraderas las armas británicas si habían obtenido victorias antes de la gran batalla frente a Alejandría. Una de ellas fue la Operación Compass, donde la exigua fuerza del desierto derrotó a los italianos y los expulsó de Cirenaica, embolsándose de paso una cantidad de prisioneros varias veces superior a sus propios efectivos.
Esta operación comenzó, precisamente, un 8 de diciembre, es decir, tal día como ayer, cuando la 4th Indian Division lanzó su ataque contra los reductos italianos. Fue una operación fascinante, pero para celebrar esta efemérides no vamos a referirnos a la batalla terrestre, sino a las acciones que tuvieron lugar en el aire.
En honor a los italianos hay que empezar diciendo que en cuanto empezó la batalla la Regia Aeronáutica se lanzó a ella como un solo hombre, y tal fue su ímpetu que el primero en derribar un aparato enemigo fue un italiano, el Teniente Guglielmo Chiarini, de la 366ª Squadriglia, que derribó un Blenheim al sureste de Alama Rabia, obteniendo su quinta victoria. Acababa de convertirse en un as. Sin embargo se vio superado poco después por otro compañero, el Subteniente Giulio Torresi, que derribó otros dos Blenheims, uno que fue a estrellarse sobre el mar y otro que tuvo que hacer un aterrizaje forzoso; con aquellas victorias, números cinco y seis se convertía en el campeón italiano de los cielos.
Pero no solo los italianos lograron buenos resultados esa mañana. Un grupo de Hurricane del 33th Squadron enviados a ametrallar tropas en tierra se encontraron con un grupo de Fiat Cr.42, posiblemente de alguna de las escuadrillas 151º Gruppo, y en el combate que siguió los británicos se apuntarían tres derribos, contra una baja propia.
A medio día les tocó a los italianos perder sus bombarderos; en concreto cinco SM-79 de la 22ª Squadriglia que fueron interceptados por varios Hurricane del 274th Squadron, de los que supuestamente tres fueron derribados y dos dañados. Y si decimos supuestamente es porque solo uno de estos derribos pudo certificarse posteriormente, cuando las tropas de tierra encontraron uno de ellos estrellado en tierra, tal vez el que pilotaba el Teniente Sergio Sartof, quien resultó muerto y recibiría, póstumamente, la Medaglia d´Oro.
Sin duda la batalla más confusa tuvo lugar a primera hora de la tarde; cuando 19 Cr. 42 del 9º Gruppo, dirigidos por el Mayor Ernesto Botto, fueron enviados a escoltar un grupo de SM-79 que habían sido enviados a bombardear la zona de Sidi-Barrani – Bir Emba. Si bien ambos grupos no llegaron a encontrarse, los italianos, en una operación de caza improvisada, se encontraron y se abalanzaron contra una escuadrilla de Gladiators que volaba a menor altitud, para ser víctimas a su vez de un grupo de Hurricane del 274th Squadron que se abalanzaron sobre ellos desde más arriba. El resultado de una confusa batalla aérea fueron los 10 Gladiator que reclamaron los italianos, más un Hurricane; contra los cuatro Cr.42 que reconocieron haber perdido.
Hubo algunos combates aéreos más, aunque no demasiado cruentos. En ellos participó el Oficial Piloto E.M. Mason, del 274th Squadron, que escribió a su madre: “… vimos cinco SM-79. Derribamos a dos, pero aunque disparé contra ellos personalmente no me adjudiqué ninguno. Probablemente estaba demasiado excitado como para apuntar con la suficiente calma. Durante la tarde cinco de nosotros nos encontramos con 27 Cr.42. Tuvimos un combate aéreo estupendo y yo personalmente fui el responsable de un derribo (confirmado). Cayó incendiándose, aunque no enteramente en llamas”.
Fue finalizando ya la jornada, y no precisamente en el aire, cuando los italianos sufrieron su baja de más alto rango. Se trató del Mayor Botto, al que ya hemos citado, que sufrió graves heridas en la cabeza al estrellarse el coche en el que se dirigía al Cuartel General del Commando Settore Est para organizar la jornada del día 9.
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Habría que revisar todas las cifras de derribos, los italianos tendían a hincharlas «mucho», pero ese mal no era exclusivo suyo. Durante la batalla de Inglaterra llegó un momento que los derribos «confirmados» eran superiores al número de aviones enemigos en servicio.
Las cifras de derribos eran muy infladas.Tal es asi, que el Cnel. Hans U. Rudel en su libro escrito en su exilio en Argentina, obra que poseo editada en la provincia de Cordoba por primera vez titulada «Piloto de Stukas», expresa: «Ojala hubiesemos tenido tantos aviones como los Aliados dicen habernos derribado, porque habriamos ganado la guerra».