¡Gas! No había sucedido nunca antes en el frente italiano, y hay que decir, en su descargo, que el general Boroevic, al mando de las fuerzas austro-húngaras en el sector, no estaba a favor, pero las órdenes llegaron de arriba y, el 29 de junio de 1916, se abrieron 250 cilindros de gas fosgeno, que descendió sobre las posiciones italianas en torno al monte San Michele.
El testimonio del cabo Valentino Righetti, del batallón Brescia, nos cuenta cómo llegó a una trinchera, durante la noche siguiente, pensando que había sido abandonada por completo dado el silencio que reinaba en ella. Sin embargo, los soldados seguían todos en su sitio, aunque dormidos, un sueño extrañamente pesado. Parece que al cabo le llevó hasta el amanecer descubrir que estaban muertos. Los soldados de la primera línea de trincheras carecían de máscaras antigás o las que tenían eran muy rudimentarias, y se habían asfixiado hasta la muerte. Los de la segunda línea parece que, viendo lo que se les venía encima, decidieron retirarse a toda prisa y, así, los atacantes pudieron cubrir sus objetivos con rapidez y tomar algunas de las posiciones italianas en torno al monte.
En total, los defensores sufrieron 6900 bajas, contra 1750 de los atacantes, de los cuales 1500 murieron también a causa del gas, cuando el viento, traicionero e inconstante en aquello valles alpinos, cambió repentinamente de rumbo, y todo ello para lograr objetivos muy limitados que no dejaron en mucha mejor posición a los ejércitos del emperador en esta región, que siguieron debilitados por el envío de tropas al frente ruso y al del Tirol.
Así, Cadorna decidió aprovecharse de la circunstancia para retomar sus ofensivas en el Isonzo y preparar la que iba a ser la sexta batalla en este frente, pero esta vez cambiando completamente (tal vez podríamos decir milagrosamente) de modo de actuar. Para empezar, una vez agotada el ataque enemigo en el Tirol volvió a trasladar gran parte de las tropas que habían sido enviadas al sector, pero lo hizo con sumo cuidado, empleando desplazamientos nocturnos y sistemas de camuflaje diurnos para que sus enemigos no detectaran la nueva concentración de fuerzas. Además, decidió elegir un solo objetivo: Gorizia, y no atacar en todo el frente, por lo que acumuló frente a dicha ciudad la mayor parte de sus tropas y de sus cañones.
Para la ofensiva, el Tercer Ejército italiano, comandado por el Duque de Aosta, y que disponía (de sur a norte) de los cuerpos de ejército VII, XIII, XI y VIII, recibió además el VI Cuerpo, perteneciente al Segundo Ejército, ahora bajo el mando del teniente general Piacentini, cuya misión en la ofensiva sería de mero apoyo.
Volviendo al frente principal, la tarea fundamental fue encomendada al general Luigi Capello, al mando del VI Cuerpo, el transferido, asignándosele la conquista del monte Sabotino, Oslavia y Podgora, a fin de abrirse camino a través del Isonzo y tomar el objetivo principal: Gorizia. De la planificación de tan ambiciosa ofensiva se encargó un joven coronel, que acababa de llamar la atención de sus superiores muy positivamente, se llamaba Pietro Badoglio el mismo que acabaría destituyendo a Mussolini y cambiando a Italia de bando durante la Segunda Guerra Mundial. Su primera iniciativa fue ordenar que se ejecutaran intensos reconocimientos, tanto aéreos como terrestres, de las posiciones de la 58.ª División del general Erwin Zeitzler, que sería su objetivo principal. A continuación estudió las tácticas empleadas por Boroevic durante las batallas anteriores, para establecer patrones que le permitieran anticiparse a sus reacciones, y reorganizó la artillería, dando blancos precisos a cada batería, mejorando las comunicaciones de estas con la infantería y organizando unidades de morteros de apoyo. Finalmente, colocó regimientos de refresco justo tras las tropas de asalto para que consolidaran las posiciones conquistadas o explotaran el éxito. Para ello organizó también una reserva móvil formada por dieciocho escuadrones de caballería y cuatro batallones ciclistas.
Pronto veremos cómo salió todo.
Creo que hay una errata, se dice que el VI CE estaba al mando del teniente general Piacentini y luego del general Luigi Capello