En los diez días posteriores al atentado las autoridades austríacas han conseguido encontrar y detener a tres asesinos más: Grabez, Cubrilovic y Popovic; que se han unido a Princip, Cabrinovic y Obilic en prisión. Solo falta Mehmedbasic, que ha conseguido escapar a Montenegro. Mientras se iban produciendo las detenciones, los investigadores austríacos han seguido buscando hasta encontrar pruebas evidentes de implicación serbia en los asesinatos.

SARAJEVO. Precisamente durante la jornada de hoy, el Consejero de Sección Dr. Friedrich von Wiesner, que había sido enviado para reunir y analizar las evidencias relativas al trasfondo de la conjura, telegrafía a Viena un informe sobre las averiguaciones hechas en su investigación. Este informe, que concluye afirmando que aún no hay evidencias que demuestren la responsabilidad o complicidad del gobierno de Belgrado, será empleado por quienes acusan a Viena de haber querido provocar la guerra a toda costa.
Sin embargo, esta interpretación resulta, según las explicaciones que dará Wiesner a su llegada a Viena y que repetirá más adelante al historiador americano Bernadotte Evelyn Schmitt, errónea.
“Personalmente [a Wiesner], en aquel momento las evidencias obtenidas durante la investigación le habían convencido por completo de la culpabilidad moral del gobierno serbio por el crimen de Sarajevo; pero como estas evidencias no eran del tipo que habría aceptado un tribunal de justicia, no había querido utilizarlas para una acusación formal contra Serbia. Había, dijo, dejado esto claro cuando volvió a Viena” (en “Interviewing the autors of war”, Chicago, 1930).
A falta de la implicación directa del gobierno serbio, lo que sí parece probado es que los asesinos habían sido entrenados y preparados en Serbia, y que habían cruzado la frontera desde dicha nación. Sin embargo, empeñados en perseguir a la Narodna Odbrana, los investigadores austríacos pasarán de largo la existencia de la “Mano Negra”.
Sin embargo, en BERLIN, el embajador ruso ha sido informado por su Ministro de Asuntos Exteriores de que la versión oficial del gobierno del Zar es que los serbios no están involucrados en el asesinato de Sarajevo y en consecuencia Viena no tiene derecho a tomar contramedidas contra ellos; y de que la versión austríaca no es más que un pretexto manufacturado con fines belicistas. La versión rusa pasa así a extenderse por el ámbito diplomático.
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