En el año 88 a. C., un nuevo gobernante había conseguido asentarse en el trono del Ponto y aprovechando que en ese momento se enfrentaba a numerosos enemigos tanto externos como internos, en la propia península itálica, y además se debatía en medio de una cruenta serie de luchas civiles por el poder en la propia Urbe, había decidido entrar en guerra con la República Romana, que podríamos considerar como la superpotencia de la época.
Este era el contexto cuando tuvo lugar uno de los acontecimientos más extraordinarios de la historia de occidente, que sin embargo ha sido curiosamente olvidado a favor de otros similares, más tardíos y de menos entidad, pero que han calado mucho mejor en la imaginación popular. ¿Quién no recuerda el repentino descabezamiento de la Orden Templaria por el rey Felipe el Hermoso y el papa Clemente V? Múltiples leyendas de supervivencia, transformación y ocultismo nacieron de este hecho; pero la masacre de 80 000 ciudadanos romanos e itálicos (150 000 según algunas versiones) en la primavera del año antes indicado ha dado lugar a muy poca literatura, a pesar de la enigmática personalidad del hombre que la organizó: Mitrídates, el rey Ponto.