La batalla de Punta Araya, 1622 (I)

Hoy debuta en el Grupo de Estudios de Historia militar un nuevo colaborador, Jordi Arbos, con un artículo sobre la batalla de Punta Araya, que enfrentó a españoles y holandeses en el Caribe.

El conflicto entre España y los rebeldes holandeses también se libró más allá de Flandes. Uno de estos escenarios de guerra tuvo como protagonista un producto que hoy en día es muy común pero que, en tiempos, bien valía el derrame de sangre y recursos para controlarlo: la sal.

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Tercios de España – La toma por sorpresa de Amiens (1597)

Con motivo de la noble causa de instaurar el día 31 de enero como día de los Tercios de Infantería Española, ponemos nuestro granito de arena desde el GEHM con el extracto de una crónica donde se narra la celebérrima toma de la ciudad francesa de Amiens.

Los soldados, con el frío y con ver que era menester, se dieron tal prisa, que á las cuatro de la mañana, que daba el reloj de la ciudad, se llegó á la abadía de San Joseph, que está á vista de la ciudad, donde se tomaron las puertas de la Abadía, y la infantería se metió toda dentro con gran silencio; la caballería toda quedó en una emboscada algo distante de la Abadía, donde, con sus postas á lo largo escondidas, quedo cubierta. De toda la infantería se sacaron trescientos arcabuceros y se emboscaron en una ermita pequeña, que se llama la Magdalena, á tiro de arcabuz de la puerta de Montrescu.

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El nacimiento del portaaviones (VIII): la misión del portaaviones

Dedicamos la entrada anterior de esta serie a dar un corto repaso de cuál iba a ser, según los planificadores y estrategas del almirantazgo, la forma de operar de la flota británica en caso de guerra; fundamentalmente, que la línea de batalla propia entre en contacto con la del enemigo y se produzca el siempre tan esperado como temido combate de acorazados. También es interesante recordar que, llegados a este punto, si bien la idea de base no había evolucionado con respecto a la Primera Guerra Mundial, los acorazados, propiamente dichos, sí. En 1939 eran mucho más poderosos que en 1918.

File:British aircraft carriers at anchor c1945.jpg

La flota británica del Pacífico en 1945, con los portaaviones plenamente integrados.

 

Dentro de esta forma de combate se había introducido, además, la fuerza aeronaval. Aunque algunos hablaban de batalla “poco ortodoxa”, se consideraba necesario que uno o varios portaaviones acompañaran a las flotas. ¿Con qué propósito?

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Medalla de Honor – Jay R. Vargas

El oficial del Cuerpo de Marines Jay R. Vargas fue condecorado con la Medalla de Honor por su destacada actuación en los tres días de intensos combates que libró su compañía y su batallón en las inmediaciones de la aldea de Dai Do en mayo de 1968.

Nació en Winslow, Arizona, el 29 de julio de 1937. Pasó su juventud en Arizona hasta graduarse en la Universidad de Arizona del norte, donde obtuvo una licenciatura en ciencias en 1961. Siguiendo los pasos de sus tres hermanos mayores, que también habían servido en las fuerzas armadas, Vargas se alistó en el Cuerpo de Marines. Tras la instrucción ingresó en la Escuela de Candidatos a oficiales en junio de 1962.

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El nacimiento del portaaviones (VII): la misión de la flota de combate

Habiendo evitado, en los últimos días, ver películas históricas que comentar, hoy si toca volver a los portaaviones. En las entradas que hemos ido publicando de esta serie, dedicada al desarrollo del arma aeronaval durante el periodo de entreguerras, sobre todo desde el punto de vista británico y en comparación con los Estados Unidos y Japón, nos hemos fijado en cuestiones como las necesidades estratégicas de unos y otros o en cuestiones organizativas, que tuvieron mucho que ver con la existencia de una fuerza aérea independiente en los diferentes países que desarrollaron un arma aérea para la Marina. Así, toca por fin entrar en harina y desarrollar el concepto de guerra naval que aplicaron estos países, y el lugar del portaaviones en ella. Empezaremos por el caso británico.

HMS Furious. En esta foto se aprecia perfectamente que se trataba de la conversión de un buque de guerra

 

Un documento del Almirantazgo redactado en 1918 establecía que la victoria final de los aliados se había debido, en gran medida, a la seguridad de las comunicaciones marítimas, que había sido garantizada por la Grand Fleet británica. “La Marina de guerra y la mercante habían sido el hasta de la lanza cuya punta fueron los ejércitos aliados […]. La seguridad de las comunicaciones marítimas ha sido la piedra angular del esfuerzo aliado, no solo para las campañas militares, sino también para el suministro y el sostenimiento de las industrias y poblaciones aliadas […]. Contrariamente, el cierre de las vías marítimas de nuestros enemigos entorpeció seriamente su esfuerzo militar y provocó una lenta desintegración de su capacidad de resistencia”. En su conjunto, se trataba de un documento de inspiración puramente mahaniana, en la que la acción de una gran flota en busca del enemigo resultaba crucial. Jutlandia, una gran batalla a cañonazos, aunque tal vez con más buques hundidos, era el modelo a seguir.

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Batallas de la Edad del Bronce (III) – El sitio de Troya

La fuente principal del asedio de Troya, entre la tradición oral y la leyenda, es la gran obra épica de Homero, La Iliada.

Sus 24 capítulos abordan el último año del asedio. En cualquier caso, fue escrita entre dos y tres siglos después de los hechos. Las excavaciones arqueológicas modernas han revelado una serie de estratos que identifican la existencia de diferentes ciudades construidas sobre el mismo lugar. El estrato asociado con el asedio es el séptimo.

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Churchill (2017), la película. Un par de apreciaciones poco edificantes.


Si todo hubiera sucedido acorde al guion, hoy hubiera tocado hablar de portaaviones (otra vez), sin embargo, un guion se interpuso en el camino y debo decir que la inspiración me mueve a cometer lo que tal vez sea una injusticia. Voy a ser claro. Ayer topé con la película Churchill (1917), dirigida por Jonathan Teplitzky e interpretada por Brian Cox, es la que se estrenó el pasado verano, que narra las acciones del primer ministro británico Winston Churchill en los días anteriores al desembarco de Normandía (6 de junio de 1944). Como el personaje me parece sumamente interesante, me dispuse a pasar un rato entretenido. A continuación vienen algunos spoilers, pero no muchos.

La película empieza con una escena de playa en la que un anciano Churchill se debate penosamente por recoger su sombrero, que le ha sido arrebatado por una ráfaga de aire, de un agua llena de sangre. Hace casi treinta años y no consigo olvidarlo, o algo así, dice el protagonista, y mi mandíbula cae unos centímetros. Teniendo en cuenta que el desembarco, al que obviamente se refiere, tuvo lugar el 6 de junio de 1944, y que Churchill falleció el 24 de enero de 1965 (21 años después), nos hallamos, obviamente, ante una peli de fantasmas. O algo así, porque en la fantasmada siguiente vemos al protagonista, aún anciano, caminando en una playa cubierta de cadáveres y restos. Como poco Omaha, una Omaha muy sangrienta, pero se trató de una playa norteamericana. ¿Pretende hacernos creer el guionista en un catastrófico y cruento desembarco británico en las otras playas? Tengo que revisar esa escena para ver qué uniformes se han utilizado. Desde luego, las bajas en las playas británicas fueron mínimas.

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