La Chispa que prendió la Guerra de Secesión (1861-1865). La expedición imposible.

Star of the West, la estrella del oeste, el nombre mismo del barco tenía algo de evocador. Como ya adelantábamos en la entrada anterior, fletado por 1250 dólares al día, se trataba de un vapor civil, completamente desarmado que, según los planes diseñados por el general Winfield Scott, tenía que ser capaz de llegar hasta fuerte Sumter sin ser atacado por las baterías de Carolina del Sur (recordemos que la confederación, como tal, aún no se había formado, ni había estallado la guerra de secesión) ya que no era un buque de guerra. El objetivo, reforzar y reabastecer a la guarnición federal de fuerte Sumter.

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Un croquis del Star of the West

Sin embargo, como bien podrá imaginar el lector a estas alturas, bajo la égida de un Gobierno titubeante y que solo seguía en el cargo a la espera de la nueva administración Lincoln, lo que parecía un plan sencillo pronto se torció.

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La batalla de los Campos Cataláunicos (451 d.C.) – Aecio contra Atila (II)

En la entrada anterior habíamos dejado a Aecio infligiéndole supuestamente 15.000 bajas a la retaguardia de Atila. Todo apuntaba a que era cuestión de tiempo que ambos ejércitos quedasen finalmente frente a frente.

La batalla principal tuvo lugar al día siguiente, aunque la fecha concreta sigue estando en disputa. Se habla desde finales de junio hasta finales de septiembre de 451 d.C.. El lugar también es controvertido, pero la mayoría de los historiadores creen que tuvo lugar en la llanura de Mauriac (actual Mery-sur-Seine), a unos 32 kilómetros al noroeste de Troyes y a 56 kilómetros al sur de Châlons-sur-Marne.

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La Chispa que prendió la Guerra de Secesión (1861-1865). Refuerzos para fuerte Sumter.

Habíamos dejado a John Buchanan, presidente saliente de los Estados Unidos a finales de 1860, bastante decidido a no entregar el fuerte Sumter a la separada Carolina del Sur; y al general Winfield Scott preparando el envío de refuerzos a la exigua y asediada guarnición federal. Solo faltaba la orden definitiva, una orden que Buchanan no se atrevió a dar todavía con la excusa de que había que hacer las cosas bien, con caballerosidad, pues no era correcto enviar tropas al asediado puerto de Charleston antes de que los comisionados secesionistas de Carolina del Sur recibieran la respuesta escrita del presidente y pudieran reaccionar ante la misma.

Resultado de imagen de Charleston 1860

Charleston en 1860. Fuerte Sumter parece estar al fondo, hacia la derecha. 

Así estaban las cosas, el 2 de enero de 1861, cuando volvió a reunirse el gabinete presidencial. En esta ocasión el protagonista fue Jacob Thompson, secretario de Interior, quien se opuso radicalmente a las medidas acordadas en los días anteriores y amenazó con dimitir si el Brooklyn y los refuerzos eran enviados.

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La batalla de los Campos Cataláunicos (451 d.C.) – Aecio contra Atila (I)

La batalla de los Campos Cataláunicos (también conocida como batalla de Châlons) en el verano del año 451 d.C. (probablemente en el mes de julio) acabó con la derrota de los hunos y su retirada de Europa occidental, lo que probablemente salvó la salvó.

Los hunos nómadas eran originarios de Asia y llegaron a Europa en sucesivas migraciones derrotando a los distintos pueblos que se tropezaron en su camino. Se sabe que cruzaron el río Don en el año 375 d.C., empujando hacia el oste a los alanos, a los godos y a otros pueblos. A principios del siglo V los hunos conquistaron todo el territorio situado al norte del río Danubio. También hicieron incursiones hacia el sur hasta Constantinopla. Después de perder un ejército en batalla contra ellos, el emperador del Imperio Romano de Oriente, Teodosio II, acordó pagar a los hunos un tributo anual en oro.

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La Chispa que prendió la Guerra de Secesión (1861-1865). La decisión presidencial.

Enfrentado al traslado de las tropas del comandante Anderson desde fuerte Moultrie a fuerte Sumter, como explicábamos en la entrada anterior, y a las recriminaciones de los representantes de Carolina del Sur que se habían trasladado a Washington con ocasión de la secesión acordada por la asamblea estatal el 20 de diciembre, el presidente saliente John Buchanan había decidido consultar con su gabinete en una reunión que tuvo lugar en torno a la media mañana del 27 de diciembre de 1860.

El vapor de guerra USS Brooklyn

Uno de los intervinientes en aquel encuentro fue el secretario de Guerra John B. Floyd, quien indicó que Anderson se había desplazado contraviniendo sus órdenes y con ello había violado la promesa implícita del presidente. La afirmación tenía algo de verdad, pues las órdenes iniciales de Floyd, enviadas a través del general don Carlos Buell, habían ido en esa línea; pero mucho de mentira pues Buell, una vez in situ, había ordenado a Anderson que se defendiera y conservara los fuertes, y esas instrucciones habían sido refrendadas por Floyd. En todo caso, terminó Floyd su alocución, lo que había que hacer ahora para que el presidente no perdiera su imagen de honradez era abandonar el puerto por completo. Esta postura se encontró con la oposición del fiscal general Edwin Stanton, quien habría afirmado que “un presidente de los Estados Unidos que emitiera una orden semejante sería culpable de traición”. “No es tan malo como eso, amigo mío, no tanto”, habría contestado Buchanan, pero lo cierto es que como presidente saliente se hallaba entre la espada y la pared; entre la futura toma de posesión de un sucesor mucho más dispuesto a luchar y sus propios deseos y ambigüedades con respecto a la causa secesionista.

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El león contra la jauría – Batallas y campañas navales españolas, 1621-1640

Ediciones Salamina acaba de publicar el último libro de Agustín R. Rodríguez Gonzalez. el decano de los historiadores navales españoles.

El león contra la jauría – Batallas y campañas navales españolas, 1621-1640

Será la primera parte de un estudio dedicado a la guerra naval a nivel global que tuvo que sostener la Monarquía Hispánica contra ingleses, holandeses y franceses en los océanos de la tierra durante grandes conflictos como la Guerra de los Treinta Años, la Guerra de los Ochenta Años y la Guerra Franco-Española. Un esfuerzo titánico en el que nunca fue más cierto el «Nos contra todos y todos contra nos» de Felipe IV.

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La Chispa que prendió la Guerra de Secesión (1861-1865). ¿Un acto de guerra?

El capitán Abner Doubleday era uno de esos oficiales con suerte. Nacido en una familia de muy escasos recursos, había conseguido prepararse para ir a la escuela superior, y luego a la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point. Aun así, su futuro no parecía demasiado prometedor. Había servido en diversas guarniciones costeras antes de ir a la guerra contra México primero y contra los Semínolas después, y luego, otra vez a la aburrida vida de guarnición. Hasta que el destino lo puso en el fuerte Moultrie, como segundo al mando del comandante Anderson.

                                       Clavando los cañones. La técnica consistía en encajar un clavo en el oído para inutilizar la pieza.                                                                                    El resultado era solo temporal, pero muy a menudo era lo único que se podía hacer. 

Aquella tarde del 26 de diciembre, Anderson acababa, precisamente de convocarlo.

  • Capitán –dijo el comandante– dentro de veinte minutos abandonará usted este fuerte, con su compañía, e irá a fuerte Sumter.

Según sus propias memorias, Doubleday, quien, por cierto, acabaría comandando todo un cuerpo de ejército en Gettysburg “pensé en las hostilidades, inmediatas, que este movimiento iba a provocar”.

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