Si en la entrada anterior nos referimos a la influencia de los condicionantes estratégicos y adaptativos a los que tuvo que enfrentarse el Reino Unido a la hora de desarrollar sus portaaviones, circunstancias que podemos resumir en la multiplicidad de amenazas por un lado, la escasez de fondos con los que enfrentarse a ellas por otro y, finalmente, la poca predisposición a experimentar para solucionar cuestiones fundamentales del diseño de estos buques; en esta ocasión nos fijaremos brevemente en las otras dos grandes potencias que desarrollaron estos buques: Estados Unidos y Japón.
USS Langley (CV1), el primer portaaviones estadounidense
Desde el principio, ambas naciones dedicaron un presupuesto mayor, proporcionalmente, al desarrollo de la aviación naval, y esto fue por un motivo muy simple: ninguno de los dos tuvo la necesidad de desarrollar un arma aérea independiente porque ninguno vio amenazado su territorio por una potencia rival. Así, mientras que en el Reino Unido la RAF compitió con el arma aérea de la flota, en Estados Unidos y en Japón no sucedió tal cosa con las respectivas aviaciones del ejército de tierra.
Más aún, otra gran ventaja competitiva de estos países fue que tuvieron claro cuál era su rival, la distancia a la que se encontraba y, por consiguiente, la necesidad de desarrollar un arma aérea que pudiera llegar a golpearlo, que no podía ser otra que la de la Marina. Así, en el caso estadounidense, los planes de guerra previeron que la batalla se desarrollaría en torno a las Filipinas y que iba a ser misión de la flota protegerlas o recuperarlas (a partir de mediados de los años 30 se consideró que la ocupación japonesa de las mismas iba a ser un hecho ya que no había medios para defenderlas correctamente), y para ello iba a necesitar un componente aéreo importante.
El Hosho, contraparte nipón del Langley. Este lleva un puesto de mando en isla, una idea que será adoptada por los estadounidenses y a la que los japoneses renunciarán.
El caso japonés fue similar, pues Estados Unidos era la única Potencia del área del Pacífico capaz de hacer sombra al naciente imperio. Si a esto sumamos la postura norteamericana en la conferencia de Washington (en la que se decidió la fuerza máxima proporcional que podían alcanzar las flotas de las grandes potencias, en detrimento de Japón), el redespliegue de su flota hacia el Pacífico en los años 20 y las maniobras militares efectuadas por esta, puede decirse que quedaban pocas dudas de quién era el enemigo potencial.
En lo que a la innovación se refiere, ambos países tuvieron, gracias a lo anteriormente indicado, otra ventaja con respecto al Reino Unido, y es que al conocer a su rival pudieron comparar los avances tecnológicos de este con los propios, y desarrollar sus propios portaaviones en consecuencia. Esta circunstancia, de hecho, sumada a la diferencia de potencial industrial y a los ratios establecidos en el Tratado de Washington, obligaron a los japoneses a ser mucho más inventivos en el campo de las fuerzas navales. El resultado de esta exigencia extra fueron los superacorazados Yamato y Musashi, el torpedo Long Lance, los submarinos del tipo 6 y, por supuesto, una excelente aviación naval, ya fuera embarcada o con base en tierra.
Superacorazado Yamato. Otra innovación japonesa, aunque en este caso inútil.
No podemos terminar sin referirnos al aspecto económico del desarrollo de estas dos naciones, y hay que reconocer que tanto en Estados Unidos como en Japón los recortes de fondos fueron tan importantes como en el Reino Unido. De hecho, ninguna de estas potencias llegó a la guerra con la flota que había planificado tener, aunque al menos, insistimos en este punto clave, si sabían cuál era su objetivo. El mejor ejemplo de todo lo dicho fue el ataque sorpresa japonés a Pearl Harbor, en el que desplegaron su aviación embarcada a larga distancia y golpearon al enemigo con violencia. Solo la casualidad quiso que los portaaviones estadounidenses no se encontraran en puerto.
Muy interesante el artículo. El otro país que llegó a contar con un porta en sos tiempos fue Francia, pero les salió muy lento y su ala aérea embarcada fue sacrificada en 1940
Por otra parte los británicos enviaron desde Singapur dos buques que fueron destruidos por aviación naval con base en tierra. Pero es que en el Mediterraneo ese mismo almirante sufió un ataque de la aviacion italiana del que salió sin el menor daño. Quizás por eso tenía tanta autosuficiencia.