La batalla naval de San Miguel se suele asociar a una fecha: 26 de julio de 1582, cuando la Armada de Álvaro de Bazán derrotó a la escuadra francesa del almirante Felipe Strozzi. Era la primera vez en la historia que se producía una batalla naval en mar abierto. En este fragmento, tomado del libro Islas Terceiras – La Batalla Naval de San Miguel se describen las últimas disposiciones de la fuerza y marinería del galeón antes de entrar en combate.
El San Mateo en pleno combate durante la batalla de San Miguel
El galeón San Mateo era una pieza fundamental del poder defensivo y ofensivo de la armada de Bazán; a la calidad del barco de construcción portuguesa y su potente armado, con unas treinta piezas según versión francesa, había que sumar la calidad de la infantería embarcada, unos 250 hombres, al mando del responsable directo de toda la tropa don Lope de Figueroa, además de una serie de aventureros y entretenidos que no conformaban unidad administrativa, pero mejoraba la calidad del mando y de la tropa.
Después del consejo de guerra del día 22 de julio en el San Martín, Figueroa de regreso a su nave reunió a los oficiales y designó los puestos para la batalla que se daría, si no ese día, al siguiente. De este modo[1]: a la primera y segunda cubierta de popas destinaría 50 arcabuceros y mosqueteros con su alférez Gonzalo de Carvajal[2] y bandera, agregando a los caballeros aventureros Hugo de Moncada, Godofre Bardaji[3], Gaspar de Sosa[4], Antonio Manuel, el capitán Villalobos[5] y el alférez Gálvez. Al castillo de proa destinaba al capitán Rosado[6] con su alférez, bandera y 25 de sus arcabuceros y mosqueteros, reforzado por los caballeros aventureros Félix de Aragón[7], Fadrique Carnero y Juan Fernández Galindo[8]. En el combés 80 soldados a distribuir por babor y estribor de la compañía de don Lope y del capitán Rosado, con 8 caballeros de la escuadra de plana del maestre. Bajo la primera cubierta montaba su reserva con cincuenta arcabuceros con dos cabos de escuadras; los sargentos mayores del Tercio y de la compañía de Rosado quedarían como volantes para analizar e indicar la acción de esta reserva.
Don Álvaro de Bazán
La artillería de la cubierta principal fue puesta bajo la responsabilidad de Lope Gil[9], ayudante del sargento mayor, con 8 artilleros y 8 grumetes; la de la cubierta baja, la pesada, bajo el mando del capitán Enríquez[10] con los alférez Bernabé Sirviente y Juan Franco, bajo la supervisión del condestable y 8 artilleros con 12 grumetes. En la gavia de la mayor subirían 8 arcabuceros con su armamento y bombas de mano, más los marineros necesarios para la maniobra, en la menor serían 4 los destinados. En el corredor del galeón se destinaban otros 6 soldados.
Se formaría un trozo de contra incendio bajo el mando del capitán de campaña, donde se adscribieron los criados de los aventureros y soldados. Los soldados aventajados Pablo Vivero y Merino, con la ayuda de 4 marineros, serían los responsable del pañol de pólvora.
Por último toda la maniobra del galeón estaría bajo la responsabilidad de su capitán, Jusepe de Talavera[11], que estaría asistido por los alféreces Medinilla y Villarroel[12], sin olvidar al piloto Sebastián Gómez, portugués de Lisboa, al maestre Antonio Gonzalvez[13], natural de Viana, con diez marineros en la popa, a su contramaestre con quince marineros en la proa, el guardián y el alguacil con el resto de la marinería y grumetes en sus puestos de maniobra del combés; para el manejo del pinzote[14] bajo el alcázar ocho marineros; a cada aparejo se destinaban otras dos gentes de mar. Don Lope de Figueroa estaría en la tolda con el capitán del galeón y llevaría como asistente y enlace al capitán Rodavalle, y junto a él Pedro de Tassis, veedor de la armada, con su asistente el alférez Pedro Miranda.
Desde el día 22 al día 26 el galeón llevaba todo su cargo distribuido, baldes y medias pipas serradas con agua, arena y vinagre convenientemente repartidos para apagar fuegos, así como mantas, sábanas y colchones. Bajo el pie del palo mayor un barril de pólvora perfectamente tapado para evitar accidentes, y piñas, pelladas y piedras puestas en las bordas de los castillos y combés
Como en todas las naves de Bazán, en el galeón San Mateo desde la mañana se habían levantado todos los gallardetes, fámulas y en espacial el estandarte que identifica a este como unidad con mando, el escudo de armas de don Lope de Figueroa. Al igual que los días anteriores se preparaban las armas individuales, en especial los arcabuces y mosquetes, los cuales se procedía a limpiar concienzudamente, baqueta dentro, baqueta fuera; los frasquitos de los doce apóstoles se verificaban y la mecha se protegía para que se conservase seca; las armas blancas eran afiladas y limpiadas.
Desde el primer momento en el San Mateo, como en los demás, las compañías de coseletes fueron dotadas de arcabuces, pero sin dejar sus armas blancas, además por las distintas estancias, bajo los castillos, se habían distribuidos otras, como picas y venablos, alabardas y chuzas, con objeto de que se pudiesen recurrir a ellas una vez se produjese el asalto enemigo. En la cubierta baja de la artillería se destinaban dos mosqueteros por porta, para que hiciesen fuego sobre las homónimas enemigas una vez disparada la pieza y procedían a su recarga, para estorbar la acción de la artillería contraria. La jareta del combés se mandó cerrar.
[1] Según la relación del documento número 42 de Cesáreo Fernández Duro. La conquista de las Azores en 1583. Edición 1886. Gaspar Frutuoso. Saudades da Terra, Libro 4, da otra variante sobre este orden de combate. Así reza:
En la proa el capitán Rosado y su alférez y bandera, y don Félix de Aragón, Fradique Carneiro (Carnero en el documento castellano) y Gaspar de Sousa (Sosa en el documento castellano), sobrino de don Cristóbal de Moura, hidalgos portugueses, con treinta arcabuceros y diez mosqueteros. En la plaza de armas del galeón, cincuenta arcabuceros y mosqueteros, con los sargentos de Rosado y del maestre de campo general, y el alférez Fernando de Medinilla. En la cubierta baja de popa a don Francisco Ponce, con veinte arcabuceros y mosqueteros. En la cubierta alta de popa, a don Gonzalo de Carvajal, alférez del maestre de campo general, con su bandera y treinta soldados arcabuceros y mosqueteros. El maestre de campo general, el veedor general don Pedro de Tassis, el capitán Villalobos, portugués, acudirán a todas las partes. En el balcón (corredor), ocho soldados arcabuceros; en cada gavia, cuatro arcabuceros y dos mosqueteros. Con la artillería alta el alférez Bernabé; con la baja, el alférez Juan Franco y el sargento Manuel Correia. Con el socorro el alférez Zapata y el alférez Luis de Leiva; con la pólvora el capitán Rodovalho, portugués, con otros dos hombres principales. A cada pieza de artillería un artillero y seis ayudantes, y en cada porta dos mosqueteros.
Extracto del libro de Antonio Luis Gómez Beltrán
[2] Durante la batalla sería herido de un disparo de arcabuz en la mano.
[3] Fue alcanzado en dos ocasiones con tiro de arcabuz, en la mano (perforada) y en la espalda,
[4] Herido en un muslo por un madero astillado.
[5] Sería herido por una bomba de fuego en manos y cara.
[6] Recibiría dos balazos de arcabuz, uno en la cabeza y otro en el tórax.
[7] Recibiría una herida de arcabuz en el cuerpo.
[8] Sería herido en una pierna de un disparo.
[9] Finalizaría la batalla herido por quemadura en cara y manos.
[10] Fallecería en el combate.
[11] Moriría durante la batalla.
[12] Recibiría un disparo de arcabuz en la mano derecha.
[13] Sería herido de un disparo en la tibia.
[14] En el siglo XVI no se había desarrollado la rueda del timón, y este se manejaba mediante un vástago de madera denominado pinzote, que conectaba con el timón a través de un mástil que salía por un hueco en la popa denominado limera.
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Para que luego vaya algún indocumentado diciendo que los españoles eran todo desorganización e improvisación. Intersantísimo.
De hecho no lo eran como bien dices y nos describe el autor. Estaba reglamentado el puesto de cada hombre en el combate y tenían estudiado y practicado hasta la saciedad como y cuando abrir fuego, abordar, etc, etc…el problema es que con el declive de la monarquía y la cantidad de frentes la marina de los Austrias bajó sobre todo en cantidad ademas de en calidad. En el s.XVI un Galeón de guerra español era prácticamente invencible en lucha singular.
Excelente artículo, que siga