El Asedio de Castelnuovo tuvo lugar en 1539 y fue uno de los hechos heróicos más cantados en toda la Europa del siglo XVI. Un Tercio de españoles había defendido, hasta el último hombre, la ciudad de Castelnuovo en la costa adriática contra un ejército de 50.000 turcos.
El origen de este hecho de armas se encuentra en la creación de La Santa Liga contra el turco, por la amenaza que representaba para la cristiandad, y como no, para la ruta comercial de Oriente. La formaban España, Venecia, principal beneficiada, y el Papado. La liga reune una flota y un ejército para destruir el creciente poder turco en el Mediterráneo y en los Balcanes.
Para ello, la flota cristiana acorrala a la turca en el puerto de Preveza, en la costa albanesa. Barbarroa está en inferioridad de medios pero ante la presión de algunos diputados del sultán, se ve obligado a salir con la flota y entablar combate. La flota cristiana era muy superior y prácticamente daba la batalla por ganada. Sin embargo, una repentina calma chicha deja inmóviles a las naves mancas, lo que aprovecha Barbarroja para casi provocar un desastre. Los cristianos empezaban a tener desavenencias y no se toman el enfrentamiento con la suficiente determinación. Tras algunos combates aislados, los cristianos se retiran y los turcos quedan dueños del mar, lo que deja a la Liga en una situación delicada.
Batalla de Preveza (1538)
Para intentar ganar de nuevo la iniciativa y compensar el error cometido en Preveza las fuerzas de la Liga marchan hasta la ciudad de Castelnuovo, situada en la costa dálmata en las bocas de Cátaro. Tras poner sitio a la plaza y ganarla se decide dejar allí un contingente de tropas para garnecerla. Un Tercio español de unos 3500 hombres al mando del maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel ocupa entonces la plaza de Castelnuovo, actual Herzeg Novi en Montenegro a unos 40 km de la República de Ragusa (Dubrovnik), con el propósito de pasar el invierno y establecer una cabeza de puente por donde avanzar al inicio de la siguiente campaña hacia el corazón de los dominios turcos en el continente europeo.
Retrato de Barbarroja
Con la alianza ya muy deteriorada, Venecia pide al emperador que se le que se le devuelva la plaza de Catelnuovo por estar situada en su zona de influencia, pero Carlos I se niega y Venecia rompe la alianza. ¿Qué podría haber motivado a Carlos I el negar aquella plaza a Venecia cuando no era de ninguna relevancia estratégica para el Imperio? La pregunta podría tener una fácil respuesta: un castigo a los muchos soldados de su Tercio que se habían amotinado con anterioridad en Milán cuando eran integrantes del Tercio Viejo de Lombardía. No obstante, he encontrado documentos contemporáneos que cito en el libro que apuntan más bien a una cuestión de índole práctica, acantonar a aquellos soldados allí durante el invierno para no tenerlos que llevar a Sicilia, donde por experiencias pasadas se sabía que provocarían altercados con la población civil.
En julio de 1539 Barbarroja comenzó los preparativos para asediar la fortaleza de Castelnuovo por tierra y mar. La flota turca, compuesta por 130 galeras, 70 galeotas y 20.000 soldados (de los que 4.000 eran jenízaros), bloquea el acceso al fiordo desde el mar. Por tierra, un ejército de 30.000 hombres dirigido por el Ulema de Bosnia se despliega a espaldas de la fortaleza.
Sitio de Castelnuovo
A pesar de su gran superioridad, y de que los defensores no disponían de alimentos frescos, por tener España solo unas decenas de galeras en la costa adriática italiana, los primeros asaltos a la fortaleza son un fracaso. A medida que avanzaban los trabajos de sitio, los españoles veían con preocupación como los turcos se acercaban cada vez más a las murallas. Para intentar retrasar estos trabajos, los españoles deciden llevar a cabo una de las noches una encamisada. Unos 800 españoles, con los blusones blancos sobre sus vestimentas, salen silenciosamente de las murallas y espada y daga en mano cogen por sorpresa a un gran contingente de jenízaros al mando del capitán Agi, uno de los favoritos de Barbarroja, y acaban con todos, capitán incluido, retrasando los preparativos para el ataque a las murallas.
Los turcos, para ganar tiempo, decidieron entonces ofrecer una rendición honrosa a los sitiados, dando paso franco hasta Italia conservando armas y banderas, pero Sarmiento se niega a aceptarla, contestándoles desde la muralla que «viniesen cuando quisiesen». Barbarroja decide entonces recurrir a la famosa artillería de sitio turca, que había ordenado desplegar en lugares estratégicos durante el alto el fuego. A lo largo de varios días los grandes cañones de sitio que un día bombardearon Constantinopla asolaban ahora la plaza de Castelnuovo.
Artillería de sitio Otomana
Cuando los turcos asaltaron las ruinas, tras abrir batería, los supervivientes los recibieron, como diría Pérez Reverte, a punta de moharra, espada y vizcaína, repartiendo leña, obligándolos a retirarse de nuevo con grandes pérdidas. En el ataque principal de aquel día los turcos sufrieron 6.000 muertos, por solo 50 los españoles, si bien muchos morirían posteriormente de sus heridas.
El asedio estaba todavía lejos de estar decidido y los españoles seguían resistiendo como fieras en las murallas. Lo más duro estaba por llegar, lo veremos en la próxima entrada (clica en el enlace para continuar).
Sigue en El Asedio de Castelnuovo (II)
Aprovecho el hilo del artículo para adelantaros que en unos días estará disponible mi nuevo libro LOS TERCIOS EN AMÉRICA – LA JORNADA DEL BRASIL. SALVADOR DE BAHÍA 1624-1625
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Curiosamente durante el reinado de Alfonso el Magnánimo (1416-1458), desde su entronización como rey de Sicilia citra Farum (Nápoles)tuvo que lidiar con el avance turco de las victorias de Bosnia y Varna.
Como cabezas de puente se hizo, mediante pactos, con el control de la ciudad de Troia, actual Kruje, Albania, y estableció guarniciones, además de en dicha ciudad, en el Peloponeso y en el Epiro. Creó varios virreinatos y gobernaciones. Sin embargo, la caída en 1456 de la ciudad de Croia a manos de los turcos derribó el operativo.
La muerte del rey acaecida dos años después, con la consiguiente separación del reino de Nápoles en la persona de su hijo Fernando I de Nápoles, acabó con las posibilidades de mantener un operativo en los Balcanes.
A pesar de perder la influencia soberana en el oriente los nobles albaneses no olvidaron los lazos establecidos con Alfonso. Cuando los barones se sublevaron contra Fernando I, Iskanderbeg -Georg Kastrioti- luchó por Fernando, salvando su trono. Cuando Albania se perdió ante los turcos muchos linajes cruzaron a Nápoles. Los herederos de Kastrioti perduraron en el sur italiano.