Había zarpado de Liverpool el 22 de marzo de 1862 con el nombre de “Oreto”, pero a su llegada a las Bahamas se convirtió en un barco distinto: el corsario confederado “CSS Florida”. Puesto en servicio el 17 de agosto, hubiera debido zarpar inmediatamente hacia el Atlántico, sin embargo la fiebre amarilla hizo presa en la tripulación, y el barco tuvo que dirigirse a la Bahía de Mobile (Alabama), uno de los puertos seguros que aún tenía la confederación, para conseguir una nueva tripulación y nuevos pertrechos.
Sin embargo, antes de llegar a “casa” el Comandante John Maffitt, quien dirigía el flamante buque corsario, tuvo que superar el bloqueo establecido por la flota de la unión. Para ello, y debido a que él mismo estaba enfermo y a que apenas tenía gente para manejar uno solo de los cañones que llevaba a bordo, decidió emplear un truco: enarbolar la bandera de la Royal Navy, y aprovechando que el buque se parecía mucho a los navíos de guerra británicos, acercarse lo más posible a los tres buques federales que vigilaban la entrada de la bahía. El truco funcionó hasta que estos le solicitaron que se identificara, y según la legislación internacional de entonces tuvo que izar su bandera, o enfrentarse a ser acusado de piratería. Siguieron a ello veinte minutos de bombardeo, que el buque confederado tuvo que soportar con estoicismo, antes de refugiarse en el interior de la bahía.
Una vez en puerto, las carencias de la marina confederada retrasaron la preparación del “CSS Florida” para hacerse de nuevo a la mar, hasta que finalmente, aprovechando las lluvias de enero, se deslizó entre los buques de bloqueo y, aunque avistado, consiguió escapar para iniciar un crucero de ocho meses que lo llevaría a capturar 24 navíos de la unión, incluido el Clipper “Jacob Bell” con una carga que fue valorada en un millón y medio de dólares.
Tras ocho meses de crucero y tras haber engañado a los buques unionistas en varias ocasiones, o tras haber escapado de ellos gracias a su velocidad, como sucediera contra el “USS Sonoma” en las Bermudas, el “CSS Florida” se dirigió al puerto de Brest para llevar a cabo una serie de reparaciones muy necesarias. La estancia iba a durar hasta febrero de 1864.
Durante aquellos meses el buque perdió a su jefe, el Comandante Maffitt, demasiado enfermo para seguir al mando eficazmente, tomando su puesto su segundo, el Teniente de Navío Charles M. Morris, quien entre febrero y octubre de 1864 iba a dirigir el buque por un nuevo crucero, por los mares del atlántico sur, donde se haría con otras 13 presas.
Al CSS Florida se le acabó la suerte el 4 de octubre de 1864, cuando entró en el puerto brasileño de Bahía y se encontró allí con el cañonero USS Wachusett. Las leyes que regulaban el comportamiento de los buques beligerantes en puertos neutrales eran estrictas, y prohibían expresamente lo que decidió hacer Napoleón Collins, comandante del buque unionista, quien, aprovechando que la mitad de la tripulación confederada estaba en tierra, decidió capturar el buque corsario. De nada le sirvieron a este sus seis cañones de ánima rayada de seis pulgadas ni los dos de siete pulgadas, que eran su armamento principal, pues el comandante del cañonero lo embistió y lo abordó, y en una acción totalmente rocambolesca, acabó remolcándolo hasta mar abierto bajo el fuego de las cañoneras brasileñas, que trataban de obligarlo a cumplir la normativa.
El USS Wachusett navegó hasta Hampton Roads con su presa, donde esta pasó al servicio de la unión, pero por poco tiempo, ya que seis semanas después se hundía tras chocar con un buque de transporte. El navío, que había sido botado para la confederación, resultó ser rebelde hasta el final.