Antes de centrarnos en el resultado final de los diversos programas de construcciones que definieron el estado de la Kriegsmarine en septiembre de 1939, es necesario volver a uno de los leitmotivs de esta historia, la adjudicación de recursos. A pesar de los acuerdos logrados con Göering, la extraordinaria adjudicación de recursos que Hitler otorgó a la marina en la directiva del 27 de enero de 1939 fue disputada por los demás servicios, que se sintieron discriminados, sobre todo teniendo en cuenta que sufrían sus propias presiones para cumplir con cifras de producción que no podían alcanzar.
El primero en actuar fue el jefe de la Luftwaffe y director del Plan Quinquenal, Hermann Göring, quien fracasó, el segundo fue el general Thomas, director del plan de economía de guerra, en mayo de 1939, con el mismo resultado. Algo más de éxito tuvo el general Keitel, a finales de junio, cuando convenció al dictador para que al menos se comprometiera a estudiar los posibles resultados negativos de su decisión. A finales de agosto, Göring y Thomas lo intentaron de nuevo, consiguiendo que la Luftwaffe obtuviera, al menos, la misma asignación de recursos que la marina, lo que debilitó la posición de esta.
Sin embargo este no era el problema fundamental del plan “Z”, sino que el gran hándicap de la Kriegsmarine era el combustible. Las previsiones calculadas el 31 de diciembre de 1938 por el departamento de economía de guerra indicaban que para hacer navegar los barcos previstos en los planes de construcción naval, iban a ser necesarias anualmente 6 millones de toneladas de fuel y 2 millones de toneladas de gasoil; pero el consumo total alemán para 1938 había ascendido a 6 150 000 toneladas de combustible mineral, de las cuales solo 2 400 000 era de producción nacional. Así, o la Marina conseguía acumular poco a poco reservas suficientes o su gasto anual estimado era similar al de todo el país.
De todos modos, todo quedaría en agua de borrajas. El 3 de septiembre el Reino Unido declaró la guerra a Alemania, entonces, Raeder decidió evaluar aquellos seis años de planes de rearme naval: “En lo que a la Marina se refiere, este otoño no está lista en absoluto para una guerra contra Gran Bretaña […] los barcos de superficie son tan pocos y débiles en comparación con la flota británica que, incluso a pleno rendimiento, solo serán capaces de demostrar que la flota sabe cómo morir con honor, de modo que pueda establecer los fundamentos de su reconstrucción posterior”.
En realidad, al estallar la guerra Alemania tenía los acorazados Scharnhorst y Gneisenau (de los otros 11 en construcción solo el Bismarck y el Tirpitz serían terminados), los viejos acorazados pre-dreadnought Schleswig-Holstein y Schlesien, los acorazados de bolsillo Deutschland, Admiral Scheer y Admiral Graf Spee; el crucero pesado Admiral Hipper; los cruceros ligeros Emdem, Königsberg, Karlsruhe, Köln, Leipzig y Nürnberg; así como veintidós destructores (16 de la clase Leberecht Maas y 6 de la clase Von Roeder), veinte torpederos de las clases Möwe, Wolf y T1 y 57 submarinos.