VI.- El Viaje por Tierra.
La marcha, en dirección suroeste, fue durísima. El terreno apenas tenía vegetación, de modo que no había dónde esconderse en aquella región baldía, donde colinas calvas, cubiertas por grandes lajas de piedra, daban paso a barrancos por los que discurrían arroyos salvajes, y allí donde el terreno parecía suavizarse un poco, entonces los arribes de los cauces de agua se convertían en pantanales. A dos o tres kilómetros de la costa los lagos y la piedra quebrada dieron paso a una serie de líneas de elevaciones con cimas cercanas a los 300m de altitud (que puede parecer escasa, pero si tenemos en cuenta que los hombres venían de la costa y como era el terreno, muy quebrado, nos haremos una idea más cabal del tipo de ascensión que tuvieron que llevar a cabo).
A las dificultades del terreno hay que añadir las inclemencias meteorológicas, un