Aunque la infantería ligera británica ahonda sus raíces en el siglo XVIII agrupada en compañías y regimientos, fue Wellington el que supo sacarle el mejor partido.
Durante generaciones las batallas se habían luchado entre ejércitos formados en línea. Pero a principios del siglo XIX, las tácticas de choque napoleónicas con infantería masiva le habían procurado al emperador grandes victorias en toda Europa. Ni siquiera la infantería prusiana pudo mantener su línea contra los ataques de buldózer de las columnas francesas, en las que se lanzaba un batallón de detrás de otro por el mismo punto con independencia de las bajas.