La misión de William Holohan, a quien nos referimos en la entrada anterior, no solo era evaluar a los movimientos partisanos –comunista y cristiano– de la región noroeste de Italia, acabar con las luchas entre ellos y ponerlos bajo las órdenes del Decimoquinto Grupo de Ejércitos para, finalmente, reiniciar los envíos de armas, interrumpidos un tiempo antes. También llevaban dinero, mucho dinero.
Antes de partir, Holohan había recibido 2100 marengos de oro (moneda de oro estándar creada por la Unión Monetaria Latina de 1865, pesaba 6,45 gramos y las francesas tenían un valor facial de 20 francos) así como 16 000 dólares estadounidenses y 10 000 liras italianas. Ese dinero tenía como función financiar al Military Information Service of the Partisan Forces (SIMNI, Servicio de Información Militar de las Fuerzas Partisanas), dirigido por Aminta Magliari, “Giorgio”. Poco después de su llegada, Holohan gastó parte de los fondos para pagar los gastos de los hombres de Giorgio, pero la cantidad restante era incómoda de trasladar, kilos de monedas de oro, que el italiano se ofreció a vender a precio de mercado, tal vez en la cercana Suiza, para luego entregar la suma correspondiente, en billetes, al norteamericano. Sin embargo, al final parece que se llevó a cabo un extraño acuerdo en el que participaron Icardi, Giorgio y el propio Holohan, que también era católico, en virtud del cual se acordó entregar el oro a los curas católicos de la región del lago Orta para que compraran edificios y maquinaria de cara al final de la contienda.