La tragedia del USS Sturgeon

                Son las 22.00 horas del 30 de junio de 1942, la luna, casi llena, se alza sobre el mar del Sur de China, por donde navega el submarino estadounidense USS Sturgeon (SS-187), más o menos a la altura del cabo Bojeador, en Filipinas, cuyo faro permanece apagado, pues la guerra ruge por todo el pacífico. A bordo, la tripulación está tensa, pues hasta ahora no se han apuntado ningún éxito comprobado. Bien cierto es que cinco días antes el navío había disparado tres torpedos contra un mercante japonés que navegaba en convoy cerca de Manila, pero el inmediato ataque de un destructor los había obligado a sumergirse para sobrevivir a un chaparrón de cargas de profundidad, y si bien habían escuchado la explosión de un torpedo, no podían certificar que este hubiera hecho blanco y hundido el objetivo.

El USS Sturgeon en 1943, después de la tragedia, aún ignorada.

                Tras 16 minutos escrutando un mar aparentemente vacío desde la torre, los vigías detectan una silueta, parece un carguero de considerable tamaño, abandonando el canal de Babuyán y dirigiéndose hacia el oeste a toda velocidad, con sus luces apagadas. Inmediatamente, el comandante ordena acelerar el andar para dar caza al enemigo, pues en aquellas aguas y navegando en solitario, solo puede tratarse de un buque nipón.

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El «otro» Pearl Harbor (III); y el «otro» desastre de Cavite.

                Una vez que la Fuerza Aérea estadounidense en las islas Filipinas hubo quedado gravemente disminuida en su capacidad de ataque y defensa, los japoneses empezaron a pensar en su siguiente objetivo: la flota del almirante Hart. Cavite es un nombre que tiene importantes resonancias en la historia española. La batalla naval librada cerca de dicho lugar el 1 de mayo de 1898, y la derrota de nuestra marina, supuso a la postre la pérdida de esta colonia asiática a manos de los norteamericanos; irónicamente, la destrucción de la base situada en este mismo lugar el 10 de diciembre de 1941 –ni tan siquiera cincuenta años más tarde– fue uno de los acontecimientos que llevó a los estadounidenses a abandonar, a su vez, el archipiélago.

Fires at Cavite Navy Yard resulting from the Japanese air raid on December 10, 1941. Fifty-four bombers of the 11th Air Fleet were detailed from Formosa and attacked at 1300 hours. Twenty-seven attacked ships and small craft in the bay and the remainder went on toward Cavite, dropping their bombs from a height of 20,000 feet, above the range of the nine 3-inch anti-aircraft guns protecting the base. Almost every bomb fell within the Navy Yard. After the first run, the first flight of twenty-seven withdrew and the other twenty-seven bombers, having completed their attack against ships in the bay, flew in to strike the targets. The attack lasted for two hours. The entire yard was set ablaze; the power plant, dispensary, repair ships, warehouses, barracks, and radio station received direct hits. Greatest damage was done by the fire which spread rapidly and was soon out of control. Admiral Rockwell estimated that five hundred men were killed or seriously wounded. The covered self-propelled lighter YF-181 - perhaps visible in the right center - is loaded with almost 200 burning torpedos, which will be consumed in the flames, crippling the offensive capability of the United States Navy Asiatic Fleet's submarines. At the time this photograph was taken, small arms ammunition was exploding in the center of the heavy blaze on the left. The submarine whose bow is visible at the far right is probably USS Sealion (SS-195), hit by bombs and had settled by the stern. Sealion, a 1450-ton Sargo class submarine, was commissioned in late November 1939 and, in the spring of 1940, deployed to the Far East to strengthen the defenses of the Philippines as relations with Japan deteriorated. Sealion was nested at Machina Wharf with USS Seadragon (SS-194) inboard and minesweeper USS Bittern (AM-36) outboard. Most Sealion personnel were below decks. The first stick of bombs landed from 100 to 200 yards (90 to 180 meters) astern of Sealion; all hands were ordered all hands below. On the second
La base naval de Cavite en llamas, después del ataque japonés.

                La fecha, ya la hemos indicado, fue sin duda un día negro para los aliados en el pacífico pues, mientras el Prince of Wales y el Repulse caían y se hundían bajo un potente ataque aéreo japonés frente a las costas de Malasia, otra escuadra de aviones, igualmente poderosa, lanzaba el ataque destinado a acabar con la presencia naval aliada en las islas Filipinas, no destruyendo los barcos, como en Pearl Harbor, los atacantes eran conscientes que esto había sido en parte un error, sino las instalaciones portuarias, vitales para que estos pudieran operar.

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El “otro” Pearl Harbor (II) Tally Ho, Clark Field!

Aquel 8 de diciembre de 1941, en Manila, Mientras Mac Arthur se desesperaba y cedía a la depresión, protegido por los buenos oficios de su jefe de Estado Mayor el general Sutherland,  y el también general Brereton, jefe de las fuerzas aéreas del Ejército en filipinas trataba de conseguir la autorización necesaria para lanzar sus bombarderos contra las bases japonesas en Formosa, estos no habían permanecido ociosos.

Un grupo de G4M Betty volando en formación
Un grupo de G4M Betty volando en formación

A las 8.00 horas, el radar de Iba había detectado una escuadrilla de una treintena de aparatos nipones sobre la isla de Luzón, provocando el despegue precipitado de todos los aviones de la base de Clark, los bombarderos para evitar que fueran sorprendidos en tierra, y los cazas para tratar de interceptar a los incursores. La operación fue un batiburrillo de despegues caóticos y de aviones enviados en todas direcciones mientras los japoneses bombardeaban la base del Ejército estadounidense en Camp John Hay y el pequeño aeródromo de Tugueguarao, ambos en el norte de Luzón.

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El «otro» Pearl Harbor (I) Los aviones no despegarán.

 

Eran las 3.30 de la mañana del día 8 de diciembre de 1941 cuando sonó el teléfono en el lujoso ático que ocupaba el último piso del hotel Manila y que servía de residencia al general Mac Arthur. Quien llamaba era el general Richard K. Sutherland, su jefe de Estado Mayor, para informarle de que Pearl Harbor había sido atacado por los japoneses. “Pearl Harbor, Pearl Harbor. ¡Se supone que es nuestra posición más fuerte!” parece que contestó el Mac Arthur con incredulidad. La confirmación llegó a las 5.30 horas desde Washington, por medio de un radiograma enviado por el general Marshall, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que decía: “HAN COMENZADO… LAS HOSTILIDADES ENTRE JAPÓN Y LOS ESTADOS UNIDOS… LLEVEN A CABO LAS MISIONES ASIGNADAS EN EL PLAN RAINBOW CINCO”. Era el plan previsto para caso de que se entrara en guerra con Japón, y entre otras cosas ordenaba que, en caso de iniciarse las hostilidades, las fuerzas aéreas debían llevar a cabo ataques contra las fuerzas e instalaciones japonesas que estuvieran a su alcance.

Curtiss P-40B del 21er Escuadrón de Persecución en su base de Clark Field.
Curtiss P-40B del 21er Escuadrón de Persecución en su base de Clark Field.

La fuerza aérea estadounidense en las Filipinas, sin ser apabullante era, no obstante, un adversario digno de ser tenido en cuenta. En Nicholls Field se hallaban el 17.º y 21.er Escuadrones de persecución, en Clark Field estaba el 20º de persecución y el 19.º Grupo de Bombardeo, que tenía 36 B-17 y en Ibo –donde estaba instalado el único radar del archipiélago– el 3.er Escuadrón de persecución, todos ellos en alerta desde alrededor de las 4.30; además, en del Carmen se hallaba, sin haber sido alertado, el 34.º Escuadrón de persecución.

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Aventuras en Birmania II. ¡Al asalto!

                Expusimos hace unos días las aventuras del suboficial Martin McLane, del 2.º Batallón del Durham Light Infantry, en Birmania, y los problemas que tuvieron con sus subfusiles Thompson, recién recibidos. Las armas no funcionaban bien, y se decidió que se debía a munición defectuosa, con lo cual las tropas fueron retiradas del frente para sustituirla. Esta es la continuación de esta historia.

No solo los Durhams estuvieron en aquel infierno. Aquí podemos ver combatientes indios de la 7.ª División.

                Al dia siguiente volvimos a nuestras posiciones para atacar. Salimos muy pronto por la mañana, y descendimos en fila india hasta el lecho de un río seco. Luego nos posiionamos para atacar, mientras la artillería machacaba el sector con sus obuses de tres pulgadas.

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Aventuras en Birmania I, armas nuevas para los Durhams.

A veces, el armamento nuevo podía llegar a ser una maldición, como nos cuenta Martin McLane, suboficial del 2.º Batallón del Durham Light Infantry en Birmania, que sufrió una terrible experiencia a causa de unos subfusiles nuevos.

Martin McLane, el protagonista de nuestra historia.

Como suboficial, me tocaba recibir uno de los nuevos subfusiles Thompson, pero venían sin instrucciones. El capitán vino hasta mí y me dijo “tráigame mi Thompson, quiero probarla”. Todo el mundo quería hacerlo, eran armas extraordinarias. El capitán y yo descendimos hasta la playa, luego el cogió su subfusil y disparó. “Deténgase, señor, deténgase” grité. “¿Qué sucede?”, preguntó él. “No me gusta nada ese ruido”, le contesté. Miré hacia el mar buscando la estela de la bala… “es usted demasiado prudente –afirmó- voy a disparar”. Entonces hubo una explosión, y lo atrapé justo antes de que se derrumbara. Lo examiné para ver si estaba herido, pero no vi nada. Me sentí culpable, pero lo que había pasado no era responsabilidad mía, sino que la bala de su primer disparo se había quedado atascada en el cañón. ¡Así podía esforzarme tratando de ver la estela en el agua! Y la segunda bala había hecho estallar el arma al topar con la primera.

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SKY MEN – Historia de las Tropas Aerotransportadas

Ediciones Salamina acaba de publicar SKY MEN, una historia de los paracaidistas y tropas aerotransportadas desde su creación hasta las últimas operaciones en Afganistán, pasando por la Segunda Guerra Mundial, Indochina, Suez, Vietnam, Argelia, África y el Ulster entre otros.

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Magnífico trabajo de Robert Kershaw, ex oficial paracaidista británico y autor de la historia humana de los carros de combate TANK MEN o de Nunca Nieva en Septiembre, la historia de la Operación Market Garden desde el punto de vista alemán. La traducción de la edición castellana ha sido realizada por el Grupo de Estudios de Historia Militar. Fragmento del nacimiento de las tropas aerotransportadas norteamericanas:

Los índices de fracaso y abandono se mostraron tan implacables como los de la experiencia británica, reflejando los mismos estándares físicos y resistencia mental requeridos. “Descartaron a tantos”, recordaba Paul “Buck” Rogers del 506 PIR. “Estaban allí un día y ya no estaban al siguiente”. Durante 1942 se necesitaron 500 oficiales voluntarios para que 148 lograran superar la instrucción paracaidista, y 5,300 voluntarios para alcanzar los 1,800 soldados aerotransportados destinados a su regimiento. El 2nd Battalion hizo una marcha épica de 190 kilómetros con todo el equipo en 75 horas, abandonando solo 12 hombres de los 586.

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