Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XVIII). Formación defensiva y piquetes de radar

Para diciembre de 1944, la TF 38 [Grupo Operativo de Portaaviones Rápidos] se había reagrupado también en tres Grupos Operativos, en lugar de los cuatro anteriores, con el fin de asegurarse una mejor defensa antiaérea cercana.

Un Grupo de Portaaviones Rápidos típico encuadraba ahora 2 o 3 portaaviones de batalla (CV), 2 portaaviones ligeros (CVL), 2 o 3 acorazados, entre 3 y 5 cruceros pesados y ligeros (CA y CL, incluido un crucero antiaéreo CLAA; tanto el USS San Diego como el USS San Juan habían incorporado armamento antiaéreo para asumir este rol), y entre 18 y 20 destructores.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XVII). «La Gran Manta Azul»

Entre los días 24 y 26 de noviembre de 1944, el alto mando de la Flota del Pacífico norteamericana celebró una conferencia en Pearl Harbor para abordar el problema de la amenaza kamikaze. Fruto de ello se abordaron importantes cambios en la estructura y organización de aviones y buques.

Caza nocturno F6F-5N Hellcat. Nótese el radar en el extremo de la ala derecha

El primero fue un cambio en las dotaciones de aviones de los portaaviones de la Task Force 38 (TF 38, fuerza de portaaviones de ataque). A partir de diciembre, un portaaviones de la clase Essex, que previamente contaba con un grupo aéreo de entre 38 y 45 cazas, 36 bombarderos en picado y 18 torpederos, incrementó su dotación de cazas a 73 (o incluso más, el Wasp tenía más de 100 en enero de 1945) y solo 15 bombarderos en picado y 15 torpederos.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XV). Contramedidas aliadas contra los ataques kamikaze

La Marina estadounidense afirmaba en mayo de 1945 que «la mejor defensa contra el bombardero suicida es un CIC bien entrenado y coordinado [CIC, Centro de Información de Combate; un puesto de dirección en cada barco y un barco en cada grupo, generalmente el buque insignia, que proporciona una coordinación central de toda la información de combate] y una agrupación de cazas».

Las medidas tomadas por los japoneses para confundir a los oficiales de cubierta de vuelo y al centro de información de combate han sido expuestas en entradas anteriores. Resultaron efectivas en Filipinas, donde según estimaciones de la Marina, solo el 17 % de todos los kamikazes que iniciaron aproximaciones de ataque fueron derribados por la patrulla aérea, en comparación con el 50 % derribados por la artillería antiaérea.

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Medalla de Honor – Ernest Edwin Evans

Evans, de sangre Cherokee, nació el 8 de agosto de 1908 en Pawnee, Oklahoma.

En 1931 se graduó en la Academia Naval, donde fue apodado Jefe por sus compañeros de promoción, en parte por su origen y en parte por su capacidad de liderazgo. A la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en diciembre de 1941, Evans estaba destinado en el destructor USS Alden (DD-211) en el Pacífico, participando en la batalla del Mar de Java en febrero de 1942. Dos semanas más tarde recibió el mando del Alden.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (XII). Métodos de ataque

Vistos en la entrada anterior los efectos materiales y morales del fenómeno kamikaze, veremos hoy las distintas tácticas y casuísticas que afrontaban los kamikaze en sus ataques.

A la hora de considerar las tácticas de los ataques kamikaze con aviones, debe recordarse que muchos de los ataques suicidas eran picados improvisados que buscaban el impacto en blancos de oportunidad, y que las unidades kamikaze fueron, a menudo creación de comandantes locales que operaban con las formas y los medios que mejor se adaptasen a sus circunstancias locales.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (XI). Efectos materiales y morales

Otro aspecto que debemos abordar en este estudio sobre el fenómeno kamikaze es el de los daños materiales y morales infligidos a los Aliados

La Inspección de Bombardeo Estratégico (USSBS) describiría a los kamikaze como «efectivos y extremadamente prácticos dadas las circunstancias». Lo cierto de esta afirmación queda ilustrado por los resultados de las operaciones kamikazes, en contraposición con los ataques aéreos convencionales, en las Filipinas desde el 25 de octubre de 1944 al 31 de enero de 1945.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (X). Opiniones aliadas y japonesas

Quizá el mejor resumen de la motivación que impulsaba a los kamikaze la diese el teniente general Torashiro Kawabe en los interrogatorios de posguerra llevados a cabo por la Inspección de Bombardeo Estratégico (USSBS).

Según relató Kawabe: «creíamos que nuestras convicciones espirituales y fuerza moral podrían contrarrestar vuestras ventajas materiales y tecnológicas. No considerábamos que nuestros ataques fuesen ‘suicidas’. El piloto no comenzaba su misión con la intención de cometer suicidio (en el sentido de inmolarse por un estado de desesperación). Se veía a sí mismo como una bomba humana que destruiría cierta parte de la flota enemiga… y moriría feliz en la convicción de que su muerte era un paso adelante hacia la victoria final».

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