El poderoso navío alemán Tirpitz, a pesar de su temida reputación, solo disparó una vez sus grandes cañones de quince pulgadas, y fue contra la estación meteorológica noruega de la isla de Spitzbergen, en aguas del Ártico.
El acorazado había sido botado en Wilhelmshaven en 1939. No solo llevaba sus ocho cañones de quince pulgadas (380mm), capaces de atravesar blindajes de 32,5cm de grosor desde 35 kilómetros de distancia, también tenía toda una colección de artillería de calibres más pequeños y tubos lanzatorpedos, pudiendo lanzarlos como si fuera un destructor.